
- ¡Mirá, mirá!
- ¿Qué cosa?
- ¿Qué es ese vacío que siento?
- Es que no tenés facebook.
- No, no, es más que eso…
- ¡Pero no! ¡Que no es eso!
- ¡¿No me digas que no tenés computadora?!
- Ay, dejá, no me entenderías.
- ¿Y si me lo explicás con una canción?
- Bueno:
¿Qué es eso que no tengo?
¿Qué es eso que tengo?
¿Por qué siento que no siento?
¿Por qué duele desde adentro?
- Pará, pará, pará… no sigas, es muy común. ¿Si probas con la prosa mejor?
- A ver…
“El zorro corrió alegremente por los verde prados. Saludó a los alegres pajarillos, rió con el pato escocés, acarició las cabecillas de los ornitorrincos en celo. Sin embargo, sintió que algo le faltaba para ser completo. Había un no-se-qué estereotipado y francés que le recordaba a la ciudad de las luces…”
- Nah, ¿una fábula?
- Mmm ¿Y tragedia griega?
“Perineo, el de los dedos carnosos, acudió a la llamada de Percha, la divinidad del maíz inflado, y cruzó el largo lago langostino. Allí contemplose en las claras aguas, y recordó a la bella Glándula, la de arduos gemidos, quien le había clavado una espina en el tálamo…”
- ¿La mujer? ¿Tenías que nombrar a una mujer?
- Tenés razón, pero qué se yo, salió así…
- Mejor vamos a tomar la leche.
- Bueno.