miércoles, 29 de octubre de 2008

Veintinueve



La bala se estrelló contra la pared haciendo pedazos una pictografía que incluía las imágenes de un caparazón, un calamar y un langostino espejados como en un caleidoscopio.

Los cuatro nos sorprendimos al ver que no era el arma de Rodolfo la que había disparado. Dirigimos la mirada hacia la puerta al escuchar una voz aguda que decía:

- Bueno, bueno, bueno, ¿así que festejan el Pesaj y no me invitaron?

Definitivamente tenía que haber alguna conexión entre la asociación y la colectividad judía…

La pistola humeante pertenecía a un hombre con rostro de aberdeen agnus. A su lado, Funes estaba plantado como un bonsái en la entrada. Detrás suyo lo custodiaban dos sujetos de aspecto vacuno. Supuse que el Shamán estaría vigilando la puerta desde afuera.

- ¡Funes! –Exclamó Rodolfo - ¿Qué hacés acá?

- Bueno, ahora sí que estamos todos, poné los fideos… -Agregó Victorio.

- Rodolfo… y Victorio… ¿Juntos? ¡Quién lo diría! Ja, qué par de pájaros los dos…

- ¿Qué pasó? ¿Los detuvo la aduana en Perú? –Dijo Victorio en tono burlón.

Funes frunció el entrecejo y le arrojó un objeto a la cara.

- ¡Auch! –Dijo Victorio al recibir el piedrazo en la frente- ¿Qué te pasa? ¿Estás loco o qué?

- ¿Así que creías que me ibas a engañar con ese truco tan barato, no? ¡No sabés con quién te metiste! Opa, ¿pero quién es esta señorita? ¡Bonitas piernas!

- Alejate de ella, Funes – Dije, colocándome delante de Julia.

- ¿Y vos eras Valentín, no? No me hagas reír pibe, si quiero, con un chasquido de mis dedos puedo volarte los sesos… puedo hacerte una vasectomía con un cuchillo oxidado y luego degollarte como a un chivo… o mejor aún, rociarte con nafta y entregarte al regalo de Prometeo…

Sus palabras no me asustaron: continué firme delante de ella.

- Pero a esta nena la conozco, ¿no? –Siguió el enano- Vos sos la hija de este hijo de puta. Sí, ¿cuánto hace que no te veo? ¿Diez, quince años? ¡Cómo has crecido! Si querés puedo ofrecerte un puesto de trabajo…

Las tres vacas sonrieron.

- ¡No te atrevas a tocarla! –Gruñó Victorio, por primera vez hablando en serio.

- ¡Oh, pero si habló el padre ejemplar, lo olvidaba!

- Funes, esto no tiene nada que ver con vos… -terció Rodolfo, que continuaba apuntando a Victorio.

- ¡Ah, pero yo no lo puedo creer! ¿Ustedes dos juntos? Bueno, pero al parecer no están muy bien las cosas, ¿o sí? – Señaló con la mirada el arma del hombre-de-gris – ¿Por fin te llegó tu venganza, viejo amigo?

- ¿De qué hablás? – Dijo Victorio- ¿De qué tendría que vengarse? Si vos no sabés nada de qué se trata todo esto…

- Oh, sí que lo sé, lo sé muy bien… Y no lo digo por todo este asuntito de las piedras, sino por algo que viene desde hace más de treinta años…

- ¿De qué está hablando este tipo, Rodolfo? –Gritó Julia- ¿Hay algo más que no me contaste de tu relación con mi padre?

Rodolfo y Victorio se miraron de reojo. La voz aguda continuó:

- ¿Cómo, la nena no sabe nada? Más que con tu padre, creo que nuestro amigo de gris debería contarte qué hacía con tu madre, ¿no Rodi? Jaja, ¡la culpa de todo la tiene Yoko Ono! Jaja. Bueno, en este caso la tuvo Justina. Ay, las mujeres, siempre separando a los amigos… por eso las odio.

Julia miraba aturdida a su padre y al hombre-de-gris buscando respuestas, pero ninguno decía nada. Finalmente Victorio rompió el silencio:

- ¡Basta, Funes, eso no tiene nada que ver con nada! No es para sacar viejos trapos al sol para lo que viniste acá, ¿verdad? Vos lo que querés es esto. –Dijo, y sacó la novena piedra del bolsillo.

Funes sonrió:

- Sí, es cierto, vine por esa y por las demás. Primero te voy a robar el tesoro, y cuando me asegure de cobrarlo, ¿adiviná qué? Sí sí, muy bien: te voy a matar.

- Vos no te vas a llevar nada, yo estoy detrás de todo esto desde mucho antes que ustedes dos.

Rodolfo apuntó ahora a la gran cabeza de Funes. Inmediatamente, el aberdeen agnus levantó su arma apuntando hacia el hombre-de-gris, al mismo tiempo que los otros dos bovinos metían las manos en los bolsillos de sus sacos.

- ¡Ey ustedes! No se olviden que lo que quieren es esto –Victorio levantó la mano mostrando la piedra- Sin ésta no hay dinero, claro. Así que si no bajan sus armas ya, la voy a tirar al mar…

- No harías eso Victorio…

- ¿Querés probarme, Funes?

- ¿Pero no podríamos llegar a un arreglo? ¿Repartir el dinero? –Intentó mediar Rodolfo.

- ¡No seas ridículo! Esa piedra me la llevo yo, junto con todas las demás.

Yo miraba la escena sin saber qué hacer. En verdad ya no me importaba cómo se resolviera toda esa situación, lo único que se me ocurría era proteger a Julia.

- Si no bajan las armas, la voy a tirar…

- ¡Basta Victorio! Muchachos, quítensela.

Los dos sujetos de aspecto vacuno dieron un paso, sin embargo Victorio exclamó:

- Ok, como quieran…

Arrojó la piedra con todas sus fuerzas contra una ventana que daba al mar. El vidrio se hizo añicos y todos nos cubrimos la cara. Victorio, aprovechando el desconcierto general, saltó por la ventana, terminando de romperla.

Al ver lo sucedido Funes se puso a gritar como un loco:

- ¡Mierda! ¡No puede ser que siempre se escape de la misma manera! ¡Fístula! ¡Firualais! ¡Atrápenlo, que no se escape!

Los bovinos se acercaron a la ventana sacando sus armas y comenzaron a disparar contra las olas.

De pronto el hombre-de-gris hizo algo que nos sorprendió a todos:

- ¡No lo maten, bestias! –Gritó, y les disparó a los dos custodios dos certeros tiros en sus testas. Ambos cayeron, dejando una mancha de sangre negruzca sobre el piso de madera.

Julia comenzó a gritar como una histérica. Me arrojé sobre ella y caímos al suelo. Cuando levanté la mirada vi que el cabeza de aberdeen agnus apuntaba a Rodolfo y disparaba dos veces: la primera le erró, pero la segunda fue directo a su estómago.

Rodolfo se tambaleó y se arrodilló en el suelo. Aby estaba listo para dar el golpe definitivo, pero el hombre-de-gris se levantó y le encajó dos balazos en el pecho. El bovino cayó con un golpe seco, muy cerca de donde estábamos.

“Vamos, Julia, tenemos que irnos de acá” le dije al oído. La puerta se abrió de golpe y entró el Shamán con un arma en la mano. Al ver la escena se paralizó por unos segundos. Funes gritaba órdenes escondido debajo de la mesa:

- ¡Idiota! ¿Por qué tardaste tanto?

Llevé a Julia gateando hacia la ventana rota, cubriéndole suavemente los ojos para que no viera a los cuerpos de los dos custodios que yacían junto al marco.

Lo último que llegué a ver fue al hombre-de-gris con una mano en su estómago sangrante y la otra apuntando con su pistola al Shamán que, de pie, hacía lo mismo hacia la cabeza de Rodolfo.

Cuando saltamos hacia el mar me pareció escuchar al menos tres disparos más y el llanto de unas sirenas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánto talento, mierda!
Buenísimo, nene. Da pena y emoción que estemos llegando al final. Algún día publicaré tu obra... algún día me casaré... algún día tendré hijos...

Aporto algo además de mi simpatía y bellezas naturales: un par de palabras:

CATALEJO
BELLE EPOQUE

Hasta luego...

El Niño Bidimensional

Jardinero del Kaos dijo...

El retorno de los bovinos, venganza, muerte, rencores, traicion, todo eso y mucho mas...¿Thriller?
Esto ha alcanzado su cenit!!! A ver dinangus con que pirotecnia nos sorprendes al final...

no puciste vencer tu meticulosidad y obsesion(bien por ello)

te admiro y a riesgo de cagar la historia...

-rompevientos
-humillacion
-orgullo
-gloria

un toque en las nalgas!!!

Anónimo dijo...

apasionante... realmente da pena que este por terminar... pero quiero saber el final!!!
besos!!!

Paula Daiana dijo...

Mucha acción, eso me gusta!!... como es esto de que "Ay, las mujeres, siempre separando a los amigos… por eso las odio"....