domingo, 12 de octubre de 2008

Doce



Al parecer no esperaban encontrarme allí, ya que al verme sus caras de sorpresas fueron aún peores que la mía. Quise levantarme, pero dos tremendas manos bovinas se apoyaron en mis hombros, invitándome a quedarme en mi lugar. Los otros dos rodearon a la muestra gratis de Marlon Brando, que dijo con su voz aguda:

- Qué sorpresa encontrarte por acá…

- Lo mismo digo, eh… ¿Funes, verdad?

- Sí, Funes. Veo que tenés buena memoria. Yo también, me acuerdo perfectamente de todo lo que pasó aquella noche.

Tragué saliva. Los matones me impedían moverme, pero no hacían nada.

- A propósito, ¿dónde está tu compañero? Me gustaría charlar algunas cositas con él.

- Huyó. –Mentí-. Se fue con el Diccionario. Sólo me usó para que lo ayude a conseguirlo, pero jamás me explicó nada. Es un maldito traidor…

Parecía que me estaban creyendo, justo cuando la puerta del local se abrió de par en par y un señor entró muy campante diciendo:

- ¡Mi querido Valentín! ¡Ya tengo la solución!

Tardó unos segundos en darse cuenta de quienes me rodeaban. Por un instante pensé que iba a salir tan rápido como llegó. Sin embargo exclamó:

- ¿Qué pasa? ¿Celebran el Pesaj y no me invitaron?

- ¿Pesaj? No me digas que este tipo además de enano es ju… -No terminé la frase: los cuatro vacunos se pararon de golpe y rodearon a Victorio. Sorprendentemente para todos los allí presentes, él sonrió y dijo con calma:

- Tranquilos muchachos. Qué suerte que estén aquí, la verdad es que me vienen de maravillas.

A pedido del enano hebreo pero sin dar muchos detalles Victorio les explicó en qué consistía el juego de las piedras. Claro que no dijo nada acerca de cuántas eran ni dónde estaban, ni sobre las pistas, ni que ya teníamos dos con nosotros. En definitiva, sólo dijo que había averiguado que una piedra se encontraba en esa ciudad, y qué había que hacer para conseguirla.

- Cuando creí que ya estaba todo perdido, recordé lo que habías dicho vos Valentín, sobre que alguien más debería estar al tanto de todo esto. Entonces fui a visitar a un conocido que tengo por aquí, un guía turístico que hace muchos años que trabaja por la zona. Él me explicó que es cierto, los pobladores conocían la existencia de la piedra, y hacía tiempo que estaban esperando a aquellos que vinieran a reclamarla.

- ¿Esperando? ¿Para qué? ¿Atraparlos?

- No no, para ofrecerles un desafío. Hay que enfrentarlos: si ganamos nos llevamos la piedra. Si perdemos, queda acá y además debemos darles algo a cambio.

- Todo esto resulta muy extraño –opinó Funes- ¿Y a qué se juega?

- Al fútbol mi querido compañero, al fútbol.

Por suerte había llevado unos cortos en el bolso. Como ambos necesitábamos gente para formar un equipo, el trato que hicimos con el pequeño fue el siguiente: él nos aportaba a sus cuatro matones, y junto a mí reuníamos los cinco integrantes necesarios. Por supuesto que él se quedaría con la piedra y deberíamos explicarle cómo hallar las demás. A cambio, nos dejaría con vida.

El domingo realmente se prestaba para el match: lindo, cálido pero seco, aproximadamente a las cinco de la tarde estábamos todos en el campo de juego. El equipo local estaba conformado por gente del pueblo. Hombres de mediana edad y de aspecto atlético. Nosotros formábamos de la siguiente manera: el shamán en el arco, los dos vacunos principales en la defensa, y el aberdeen agnus y yo en la delantera. Victorio y Funes observaban todo desde la tribuna.

Ellos ganaron el saque, y debo reconocer que dominaron la cancha durante varios de los primeros minutos. El shamán era un buen arquero, pero pronto comenzó a dejar pasar los primeros goles. Mi compañero y yo hacíamos lo que podíamos en la delantera, pero o no nos entendíamos bien, o jugábamos a deportes diferentes, porque el esférico no lograba abrazar la red detrás de los palos.

Pasados más de los veinte iniciales, el rectángulo bipolar se inclinaba hacia su lado negativo, mientras el enano y Vic intercambiaban miradas de pánico y furia. La hinchada local vitoreaba a sus héroes y no faltaba quien reclamara ya la gran F dorada de premio, como avatar de su victoria y espina de nuestra derrota.

Pero al parecer la diosa Fortuna no quería que seamos humillados de tal manera. Así es que brindó algo de su luz sobre las arenas lúdicas, logrando que mi partener Aby empujara cual Núñez su Cabeza de Vaca sobre el balón, logrando nuestro primer gol.

El tanto había devuelto las fuerzas al equipo: los hermanos toro recuperaban cada vez más la gordita de cuero, incluso al punto de llegar a la portería rival, aunque sus postes parecían estar imantados con la misma carga que la redonda.

Sin embargo, como quien no quiere la cosa, nuestros goles comenzaron a llegar: tres más de mi compañero, y dos de uno de los defensores, dándonos un parcial triunfo. Mas el espectáculo no termina hasta que cante la gorda: y la gorda cantó, enlazada en las redes de nuestra trinchera. A cinco del final, empatábamos 6 a 6.

De pronto pasó lo inesperable: faltaban dos para el pitazo conclusivo cuando nuestros amables puneños nos cometieron una brutal falta dentro de su área penal. Nunca supe bien por qué, pero me escogieron a mí para que lo pateara.

La presión me atoraba desde la garganta hasta los pies. Demás está decir que no soy un buen jugador, y no había colaborado a engrosar el tanteador en todo el partido. Sin embargo, quiso el hado que fuera yo, tal vez por haber sido la víctima del fatal incidente, quien le proporcionara el puntapié definitivo a la maltratada bocha.

Al sonar del pip lancé el golpe: un horrible puntinazo que fue a parar… al travesaño. La parcialidad vernácula aclamó con fuerza, mientras el enano maquiavélico se remordía la F dorada y Victorio tapaba su cara con las manos. Mas el azar no había jugado aún su última carta: el rebote vino justo hacia mi rodilla izquierda que, con la inhabilidad que la caracteriza, redireccionó la esfera de cuero hacia el fondo mismo del arco rival.

La bala se estrelló contra sus redes, y un agudo sonido de duración importante nos cercioró de que el partido había finalizado.

Sin saber una palabra de latín, una frase se formó en mi confusa mente “omnes vulnerant, postuma necat”.

4 comentarios:

Jardinero del Kaos dijo...

Todas hieren...la ultima es mortal(que buen final)
que afilado que estas!!!
lo de los vacunos es genial!!!
todo...por un momento me acorde de oliver atom y benji prize...
BWAHAHAHAHAH!!!

-POMPA
-CARROZA
-TANATORIO(SI TANATORIO, AGARRE EL DICCIONARIO)
-MALON
-JULIO SOSA "EL VARON DEL TANGO"

ABRAZO DE GOL!!!!

Duquesa de Katmandu dijo...

jaja, la gorda que cantó, ¿se llamaba María Marta?

Pateo (con la izquierda):
PALO DE HOCKEY
PATINES (PARA EL HIELO)
FLATULENCIA

Beso y felíz día de Colón (atrasado), quien nos impuso su idioma y generó fanáticos lexicales.

Rara Avis dijo...

¿Sabes? esto de llegar tarde tiene su aquel...

¿que tal para la próxima Cuervo negro azabache?...

besitos grandotes...

Paula Daiana dijo...

Ese es mejor que un gol de penal... acá estoy continuando el viaje!
Buen comienzo de semana!!!