lunes, 21 de octubre de 2013

Algunas palabras sobre un posible sentido

Estoy de acuerdo con eso de que la vida no tiene un sentido preestablecido, que uno mismo debe dárselo. Me gusta pensar que ese sentido es aprender y enseñar, que es tan sólo una forma de dar y recibir, que no son acciones contrarias, si no que sus diferencias no están muy bien delimitadas.

Aprender y enseñar no se restringe al ámbito de los libros, o el sentido clásico de conocimiento. Aprender y enseñar es todo: aprender a amar, aprender a compartir, aprender a perdonar, aprender a convivir… aprender a no cometer siempre los mismos errores… lleva toda una vida. Y, de alguna manera, le da un sentido, una trama a esa serie de episodios inconexos que llamamos nuestra vida.

Sus diferencias no están bien delimitadas, por lo que prefiero hablar de aprender-enseñar así, todo junto, como un único verbo. El aprender-enseñar es básicamente una relación, y como tal, no puede constar de una única parte. Al menos dos relata deben estar en contacto para que el verbo se haga carne y se actualice. Las diversas posiciones “maestro-alumno” son sólo transicionales, intercambiables, indefinibles. ¿No aprende el maestro? ¿No enseña el alumno? Todos somos maestros-alumnos, todos podemos aprender-enseñar, que no es otra cosa que dar-recibir.

Pero para eso necesitamos el contacto con el otro. Entonces, prefiero pensar que el mensaje siempre fue el mismo: lo fundamental es relacionarse con el otro.