viernes, 27 de noviembre de 2009

21-Adiós amigos





El sonido de la mesa haciéndose pedazos asusta a Julia, quien se asoma desde la cocina. Se detiene sorprendida al ver a los dos contrincantes:

-¿Qué pasó? ¿Dónde están todos?
-¡Julia! ¿Ustedes están bien?
-No hay tiempo para eso, Don Juan. Tenemos una batalla aquí.
-Tenés razón. Pero ya no hay razón para estar en el bar, ¿podemos enfrentarnos en otro lugar? No quisiera arriesgar vidas inocentes…
-Como quieras, me da igual.

Julia mira al Feo y al Galán sin entender nada. Este último expresa un “¡Adiós!” y ambos desaparecen.

El desierto se muestra caluroso y seco. Algunas brisas leves hacen rodar bolas de pasto seco. Una tortuga estira su cuello para morder una hoja justo cuando el Galán de Barrio y el Feo de los Monoblocks aparecen.

-¿Una tortuga? Es una buena señal.
-¿Dónde estamos? ¿Cómo llegamos acá?
-Ya sabés cómo: la simultaneidad.
-Vas a necesitar mucho más que eso para escaparte de mí…

El Feo lanza el primer golpe, pero el Galán logra esquivarlo. El segundo es más veloz y lo golpea en el estómago. El de Barrio se tambalea hacia atrás pero logra mantenerse en pie. Ahora es el héroe quien golpea al monstruo en la cara. Sin embargo éste no parece inmutarse.

-¿Esa es toda tu fuerza? ¡Vamos, podés hacerlo mejor!

El Galán cae bajo la provocación y comienza una seguidilla de golpes y patadas que termina con un giro sobre la cabeza de la bestia. Un hilo de sangre fluye por la comisura del enemigo. El Feo pasa el revés de su mano lentamente, limpiando el rastro carmesí.

-¿Listo? Es mi turno.

El primer puño va directo al pecho. El Galán siente un terrible ardor y comienza a faltarle el aire. La bestia aprovecha para volver a atacar, lanzándolo varios metros hacia atrás.

-Es inútil, nunca podré ganarte por la fuerza.
-¿Al fin te diste cuenta? Bien, ¿te rendís? ¿Puedo quedarme con tu universo?
-Eso jamás. Pero hay algo que tengo que hacer antes…

El Galán de Barrio vuelve a un viejo y conocido lugar para hacer una visita. Luego de advertirle a su querido colega el Jardinero del Kaos que su némesis, el Jardinero del Orden, aún andaba suelto por ahí, ambos deciden darles un breve discurso explicativo a los héroes de aquel universo. Después de eso se retiran al deshecho Albatros por un último trago.

-Parece que las chicas ya no están acá.
-¿Qué vas a hacer para deshacerte del Feo de los Monoblocks? Entiendo que lo del mundo de los muertos fue una salida, pero a la vez es una forma de que siempre siga existiendo.
-Lo sé. No obstante, tengo otra idea…
-Tené cuidado: no te olvides de que si él desaparece…
-Tranquilo, aún guardo una carta bajo la manga.
-¿Entonces es un adiós?
-Yo diría más bien un hasta luego.

El Galán vuelve a aparecer justo en el mismo instante inexistente en el que había abandonado a su oponente.

-¿Y bien? ¿Qué es eso tan importante que tenés que hacer? Dame una buena excusa para no derrotarte ya.
-No te preocupes bestia, ya lo hice.
-¿A quién llamás bestia?

El Feo se enfurece y se abalanza hacia el Galán, quien toma un puñado de arena y lo arroja hacia los ojos del tullido. El animal sacude su enorme cabeza con fuerza y exclama con unos ojos inyectados en sangre:

-No voy a caer en ese viejo truco.

El golpe se estrella contra el rostro del Galán y le hace caer su sombrero blanco al suelo.

-¿Qué es eso? ¿Te estás quedando pelado?
-Ojalá nunca hubieras dicho eso…

Ahora es el Galán de Barrio quien se enfurece. Buscando un punto débil golpea al monstruo con un certero puntapié en la entrepierna. Éste se inclina hacia delante ante el dolor y el héroe aprovecha para estrellar su puño cerrado contra la nariz del deforme.

El Galán se toma la mano, dolorida. El Feo sonríe:

-Tenés razón: nunca me vas a ganar por la fuerza.
-Es cierto. Por eso tengo otro plan.

El Galán introduce la mano en el interior de su saco, como buscando algo.

-¿Un arma? ¿Vas a matarme? Creaste un mundo para los muertos, seguramente encontraría una forma de volver. ¡Nunca vas a poder deshacerte de mí!
-Ya tuve en cuenta eso. Y busqué otra solución.

El Galán extrae de su bolsillo interno un arma plateada, muy pequeña y extremadamente peligrosa.

-¿Qué es eso?
-Digamos que mi amigo Samuel Noelman me adelantó el regalo de navidad.
-¡No puede ser! ¡Papá Noel no existe!
-Creo que te salteaste esa historia…

El Galán de Barrio sostiene el Desmitificador en sus manos, apuntando al Feo de los Monoblocks. El arma es capaz de eliminar completamente a un personaje de ficción y hacer que nadie más lo recuerde.

-Veo que encontraste la forma de hacerme desaparecer para siempre. Pero hay algo que no estás teniendo en cuenta: soy tu némesis, tu otro yo. No podés existir sin mí: si desaparezco, vos te vas conmigo.
-No creas que no lo sé, camarada. Sin embargo confío en el poder de la fuerza primitiva.
-¿De qué fuerza estás hablando?
-De la que mueve todas las cosas, por supuesto.
-¿El amor? No entiendo.
-Entenderás…

El Galán de Barrio dispara un rayo de luz que golpea de lleno al Feo de los Monoblocks. Ambos desaparecen totalmente de la faz de la Tierra.

[FIN]


domingo, 22 de noviembre de 2009

20-El peor enemigo









Una canción flota en el aire mientras el sujeto apoya el codo izquierdo sobre la barra y bebe un fernet con la diestra. Saco marrón, sombrero blanco y guantes haciendo juego complementan la figura de Galán de Barrio.

-Ja, fanfarrón. –Piensa el Feo de los Monoblocks.

El Hombre Vinchuca se reincorpora. Al ver al Galán exclama:

-Maestro, será un honor pelear a su lado.

El Galán apura el trago y se dirige a su creación más antigua:

-Gracias, Alejandro. Pero ya hiciste tu parte acá. Ahora podés quedarte un tiempo más con la Legión del Kaos. Pronto les haré una visita.

El Hombre Vinchuca comprende el mensaje y sale por la destruida puerta del Albatros, no sin dirigirle una mirada de revancha al Feo de los Monoblocks. Éste mira al Galán y lo invita a sentarse:

-Bien, se ve que sólo quedamos vos y yo.
-¿Un fernet?
-Odio el fernet.
-Debí suponerlo…

Se acomodan en la única mesa que ha quedado en pie. El de Barrio se prepara otra bebida negra mientras el de los Monoblocks mueve lentamente en la mano un vaso de whisky. El Galán suspira:

-Sabía que este momento iba a llegar alguna vez.
-¿Por eso te escondiste detrás de tus personajes?
-No me escondí. Sólo que, viste como es esto: uno comienza a crear un mundo y luego es el mundo el que lo termina creando a uno.
-No lo sé, nunca escribí una palabra.

El Galán sonríe. Da un nuevo sorbo y continúa:

-¿Y cuál es el plan? ¿Conquistar el mundo? Tan típico…
-Por qué vos sos muy original, ¿verdad? A decir verdad, al principio sólo tenía deseos de destrucción.
-¿Y por eso utilizaste al Jardinero del Orden?
-Ambos nos fuimos de utilidad. Yo quería destruir, él quería ordenar. El Barrio parecía el lugar indicado para ambos fines. Y la teoría del escritor distraído nos abrió las puertas.

Ahora es el Feo quien muestra sus horribles dientes. De un solo envión se deshace del contenido del vaso. El Galán no parece sorprenderse.

-Entonces lo enviaste en mi búsqueda…
-Yo sospechaba tu estrategia de escondite. Por eso le ordené al Jardinero que asesinara a alguno de los trece. Él sabía sobre la cualidad de Genaro, así que supongo que lo habrá elegido en primer lugar sólo para armar su plan: dividirlos en grupos para poder conquistarlos.
-Claro, por eso después mató a Echagüe.
-Cuando el grupo dirigido por Mastreta llegó a la tierra del Kaos supe que debía entrar en acción: envié al mono albino tras el frasco y yo también tuve que cargarme a uno, el pobre Arrieta…
-Sin embargo tus planes fallaron, mi querido némesis: ya ves que estoy acá presente.
-Yo no estaría tan seguro.

Los ojos del Feo brillan. El Galán termina la bebida y se queda mirándolo. Esta vez siente que algo se le está yendo de las manos.

-¿Qué querés decir?
-Mi plan inicial era destruir tu mundo. Pero ahora parece que vos mismo lo has desecho.
-No entiendo por qué lo decís…
-Las reglas, Galán. Las reglas son la base de cada universo. Y vos las rompiste. ¿Viajes en el tiempo? ¿Tierra de los muertos? Ése no es el Barrio que yo conozco…
-Todo se mantiene dentro de los límites, camarada: un lugar para los muertos, pero no es posible revivirlos. Viajes temporales, pero nada puede cambiarse: todo ya ha sido dado, de manera simultánea.
-¿Y cómo explicás que el universo se estaba destruyendo antes del viaje de Somosa y se calmó después de que él escribiera? Si eso no es un cambio…
-Lo simultáneo y lo sucesivo, mi estimado, dependen del punto del vista del observador.

De pronto el Feo de los Monoblocks pierde la calma: se levanta de un salto y arroja la mesa contra una pared.

-No importa lo que haya pasado, no me detendré hasta conseguir lo que vine a buscar. ¡Ya basta de charla y comencemos la acción!
-Pensé que nunca dirías eso…

lunes, 16 de noviembre de 2009

19-El bueno, el malo y el feo



El Feo de los Monoblocks respira de forma jadeante y entrecortada: ha estado atravesando diversos universos persiguiendo a Santino Conde, en busca del camino que lo llevara al Barrio.

-¿Están todos acá? ¿No me digan que llegué tarde? –Dice, arrastrando las palabras.

Mira el frasco dorado: aún está en las manos de Diógenes Mastreta. La desesperación que puede sentir en el Hombre Vinchuca le indica que aún está a tiempo de evitar el colapso:

-Parece que todavía no comieron todos del fruto prohibido…

La bestia se arroja de un salto sobre Mastreta, pero el héroe encapotado salta sobre él y lo intercepta en el aire. Ambos caen rompiendo varias mesas.

-¡Santino, rápido! ¡Bebé del frasco!

Con un movimiento ágil el Feo se quita al Hombre Vinchuca de encima y se dirige hacia un nuevo objetivo: Santino Conde. Johnny John y Rocambole se deciden a enfrentar al monstruo, pero son fácilmente quitados del medio. Valentín Flores alejan a las mujeres del peligro, dirigiéndolas hacia la cocina.

-Entren acá y no salgan por nada, ¿entendieron?
-Pero Valentín, mi amor… -Suplica Julia.
-¡Yo quiero luchar! –Se le une Mariana.
-No Mariana, ustedes dos se quedan acá, cuidando a Victoria.


Santino Conde lanza un golpe sin éxito a la mandíbula del Feo de los Monoblocks, pero ésta parece ser de acero. El villano retruca con puño cerrado. El golpe es detenido por el Hombre Vinchuca:

-Yo me encargo de él, Santino, ¡pero vos bebé el líquido!

Una vez más el héroe insecto es arrojado con fuerza. Rompe el vidrio de una de las ventanas y cae en el exterior del bar. Ahora es Somosa quien intenta detener a la bestia, pero también es eliminado con facilidad. El Feo vuelve su mirada hacia Diógenes Mastreta:

-Dame ese frasco…

Genaro Cúspide golpea a la bestia con una silla, partiéndola en su espalda. El gigante trastabilla, pero se recupera rápido y con un revés deja al inmortal fuera de combate. Florencio Gauna aprovecha la distracción para arrojarle una jarra de café caliente sobre el rostro. Eso sí parece dolerle: el grito desgarra el ambiente.

-¡No podrán detenerme! ¡Ninguno de ustedes puede!
-¡Cúspide, atento! –Grita Diógenes y le pasa el frasco por el aire. Pero el Feo intercepta el envío y toma el recipiente.
-¡Voy a destruir esto, y ya nadie podrá salvarlos!

Un brazo digno de un gigante antediluviano sostiene el líquido dorado sobre su cabeza. El Hombre Vinchuca vuelve a entrar en escena y golpea al titán por la espalda haciéndolo caer. El recipiente mágico se precipita directo hacia un final de añicos contra el suelo. Sin embargo una vez más Ángel Vergara con una fantástica palomita lo ataja un instante antes del trágico final. Algo del líquido se derrama: sólo queda para un pequeño trago.

Ángel divisa a Santino: está exactamente del otro lado del bar. Intentar un lanzamiento desde allí sería muy riesgoso. No obstante, no queda tiempo que perder.

El Feo se levanta una vez más y comienza una fiera lucha contra el Hombre Vinchuca. La capacidad del héroe de resistir los golpes lo ayuda bastante, aunque el gigante lo supera en fuerza. Sabe que pronto será derrotado.

Valentín Flores vuelve desde la cocina. Vergara aprovecha el correo del ser y le pasa el frasco:

-¡Rápido! Hay que hacer que Santino lo beba.

Flores se apura pero no es fácil caminar entre tantos muebles rotos y cuerpos tirados. El Feo noquea al Hombre Vinchuca y lo lanza contra el dueño del bar. El frasco cae sobre una mesa, donde un absorto Linares lo mira con curiosidad.

-¡No! ¡No te lo tomes! –Grita Ángel Vergara - ¡Sólo queda un trago!

Linares se lleva el frasco a la boca. De pronto Santino exclama:

-Esa copa está medio vacía: dejá que yo te la lleno.

Linares acepta el truco y le pasa el líquido a Santino Conde. El Feo avanza con dificultad y se precipita sobre él.

-¡No voy a dejar que lo bebas!

Sólo queda alguien en pie capaz de reaccionar: K se interpone en el camino de la bestita con los brazos extendidos. Un horrible crujido resuena en el aire: K mira hacia abajo y puede ver el brazo del Feo de los Monoblocks atravesando su estómago. Un hilo de sangre cae lentamente por la comisura de su boca. Cuando comienza a perder la sensibilidad y la vista se le nubla, repentinamente un nuevo brote de vitalidad corre por su cuerpo. Santino Conde apoya el frasco vacío sobre una mesa, luego de haber bebido todo su contenido.

Trece brillos dorados revolotean bajo el techo del Albatros. Trece almas se unen y conjugan en una sola presencia.

-Hola, ¿esperabas a otra persona?

La jovial voz se dirige hacia el villano.

jueves, 12 de noviembre de 2009

18-Trece almas



De pronto Somosa tiene una idea: coloca sus dedos sobre el teclado y firma:

Galán de Barrio

Valentín Flores apoya la mano en su espalda deseando que la ocurrencia haya funcionado y luego de una nueva experiencia de sucesos simultáneos ambos vuelven a divisar la mesas del Albatros. K pregunta:

-Sí Valentín, ¿qué querés decir con eso de la simultaneidad?

Ante las miradas expectantes de sus compañeros los dos viajeros se dan cuenta de que han vuelto a aparecer en el bar exactamente en el mismo instante en que desaparecieron, por lo que ninguno de los allí presentes ha notado el cambio.

-Ya lo hicimos.
-¿Qué hicieron?
-Escribí la historia –Responde Somosa – Pero como no tenía “K” en mi máquina tuve que utilizar otro nombre.
-¿Y funcionó?

La conversación se interrumpe por el grito de Mariana:

-¡Miren el cielo!

Las nubes negras comienzan a deslizarse hacia el horizonte, dejando ver un cielo celeste y limpio. Los rayos se desvanecen en el éter y la furia de los vientos trasmuta en suave brisa.

El Hombre Vinchuca mira a Ángel Vergara y le pregunta si aún lleva con él el frasco dorado. Ante el asentimiento, el encapotado se dirige al resto del grupo:

-Bien, ya ha sido solucionado lo urgente. Pero ahora hay que ir a lo importante: deben beber ese líquido cuanto antes.
-¿Por qué? –Pregunta Diógenes Mastreta - ¿Qué contiene?
-Confíen en mí, sólo bébanlo.

El primero en reaccionar es Rocambole: siguiendo su nueva actitud de actuar sin pensar le quita el recipiente a Vergara y da un largo trago. Una sensación refrescante y llena de vida lo invade de pronto. Contagiado por el acto de su amigo, Somosa lo sigue. Ante la mirada insistente del Hombre Vinchuca, lo mismo hacen Johnny John, Ángel Vergara y Florencio Gauna. A Linares simplemente se lo arrojan en el vaso, y lo toma sin darse cuenta.

-Hay un problema: ellos dos, se supone que también deber beber. –Exclama el héroe insecto señalando los cuerpos de Arrieta y Echagüe.
-No se preocupen, yo me encargo – Afirma Genaro Cúspide. Toma el frasco y bebe un poco. Luego con los vidrios rotos de la botella que Julia le había arrojado al Jardinero del Orden comienza a cortarse las venas.

K se adelanta para impedirlo, pero Florencio lo detiene y le pide que espere. Minutos más tarde Genaro vuelve a ponerse de pie y le entrega el recipiente.

-Listo. Les mandan saludos.

K toma un trago y le pasa el líquido a Valentín Flores. Éste besa a Julia y a su beba Victoria y hace lo mismo con el frasco.

-Yo no sé si beber eso… -Desconfía Diógenes Mastreta – No nos dijiste de qué está hecho.
-Es… eh… ¡Es Grog! –Miente Mariana, siguiendo una corazonada.
-¡Haberlo dicho antes! –Mastreta empina el recipiente.

El Hombre Vinchuca comienza a hacer cuentas. Nota que algo anda mal:

-¡Doce! Se supone que eran trece los que debían beber el líquido.
-Claro –Dice Mastreta- ¡Faltás vos!
-No, yo no… Yo preexisto al Barrio.
-¡Oh! ¿Cómo pudimos olvidarlo? –Exclama Julia.
-¿A quién?

La respuesta muere antes de nacer: la puerta del Albatros se abre de golpe e ingresa una figura vestida con botas azules, traje celeste de spandex y un sombrero de capitán de navío.

-¡Santino Conde! – Exclama Rocambole al reconocerlo - ¿Qué te pasó? ¿Dónde estuviste?
-Bonito traje – Sorprende Linares.
-¿Qué pasó con el Jardinero del Orden? –Pregunta Rocambole.
-Claro, y después el ridículo soy yo. –Concluye Mastreta.

Santino luce apurado y le tiemblan las palabras:

-No van a creerlo… No hay tiempo de explicar, sólo puedo decirles que cuando salí rodando por la puerta del bar con el Jardinero del Orden, caímos en una especie de grieta y lo perdí de vista. Pasé por varios lugares extraños, y en uno de ellos una mujer disfrazada de capitán me prestó este traje para poder escapar.
-¿Una mujer que recitaba poemas? –Preguntó Johnny John, ilusionado.
-¿Escapar de quién?
-¡Hay que huir! ¡Tenemos que irnos ya de acá! Me están siguiendo, no vine solo…

Ante un fuerte estruendo la puerta del Albatros es arrancada de cuajo y una silueta enorme y bestial ingresa dejando ver un rostro horriblemente maltratado.

lunes, 9 de noviembre de 2009

17-La armonía del universo




Julia toma el botiquín y comienza a vendar las manos de K. Todos miran en busca de explicaciones. K no está seguro de lo que pasó:

-No lo entiendo, simplemente abrí la notebook y explotó.
-¿Dónde estaba guardada? –Pregunta Genaro.
-Acá en el bolso, sobre esta silla. –Responde K.

Mientras termina de vendar, Julia tiene un recuerdo repentino:

-Cuando vi que el Jardinero del Orden comenzaba a levantarse, lo hizo apoyándose en esa silla. Él debe haber preparado la trampa mientras lo creíamos desmayado.
-¿El Jardinero del Orden estuvo acá? –Pregunta el Hombre Vinchuca – Esto es peor de lo que imaginaba…

Johnny John parece ser el único consciente de lo urgente de la situación:

-Les recuerdo que nuestro universo se está destruyendo. Y al parecer este escritor representa el único modo de salvarlo…
-¿Es necesaria esa notebook? –Agrega Ángel Vergara- ¿No podrías escribir a mano? –Sin embargo, al terminar la frase se da cuenta de lo imposible de su propuesta: K ahora lleva las dos manos completamente vendadas.

La desesperación pesa como una nube de plomo sobre las almas de los habitantes del Albatros. El Hombre Vinchuca se siente incómodo e impotente: en su vida de héroe este parecía ser el reto más duro, y lo peor es que su resolución no dependía de él.

Los truenos y fuertes vientos crecen con furia cuando K impone su voz:

-No se preocupen, tengo la solución: yo no soy el único escritor aquí presente.

Sus ojos se dirigen a una sola persona. Desde un rincón, Somosa siente que todas las miradas se posan en él.

-No va a funcionar –Le replica a K.
-Claro que sí, vos podés hacerlo. He leído tus cosas y son buenas.
-Sí, y también las corregiste y criticaste…
-Vos podés hacerlo. Vos debés hacerlo, Somosa. Sos nuestra única esperanza.

Rocambole da un paso al frente y apoya una mano sobre el hombro de su amigo:

-Vamos, al fin ha llegado tu momento.

Diógenes Mastreta y Florencio Gauna comparten un gesto: ¿Funcionaría realmente el reemplazo? Por las dudas, K sugiere lo siguiente:

-Escribí vos y firmalo con mi nombre. No creo que nadie note la diferencia.
-Sólo hay un problema: mi Remington. La necesito para escribir, pero en un acto de locura la tiré por la ventana y luego a la basura.
-¡Todos dependen de una máquina! ¡Nadie es capaz de utilizar lápiz y papel!

El rapto de realidad de Linares sorprende a quienes lo habían visto actuar con su característica indiferencia. No obstante, no ayuda al problema.

Es Valentín Flores quien ahora se ilumina:

-¡Lo tengo! Ahora entiendo por qué Victorio dijo que lo que tenía para contarme sería de vital importancia para salvar nuestra existencia: el tiempo no existe. ¡Sólo hay simultaneidad!

K mira a su amigo como si éste hubiera enloquecido. Genaro Cúspide espera más detalles.

-Debemos usar la simultaneidad. Así es como Victorio consigue puros desde el otro mundo. De alguna manera, es posible viajar a través de ella.
-¿De qué estás hablando?

La pregunta de Somosa queda flotando en el aire: Valentín le toma la mano y cierra los ojos. En un instante inexistente ambos desaparecen.

No es fácil manejarse en la simultaneidad. Al mismo tiempo ambos viajeros experimentan diversas situaciones: sin querer provocan el brillo que el Dr. Thompson observaría en la puerta de su desván antes de su desliz; presencian el asesinato de un médico al salir de un hospital; escuchan la charla de dos locos acerca de los meses y sus dolores; son testigos de la oscura relación entre un árabe y su mula; y contemplan la sonrisa ecuánime de un gato muerto. Finalmente, dan con la oficina de Somosa, justo en la noche anterior a su ataque destructivo. Sobre el escritorio de metal con felpa verde descansa la Remington.

Somosa le pide privacidad a Valentín, no puede escribir si lo están mirando. Flores se retira hacia la cocina en busca de un vaso con agua.

La nada papelicia de la hoja en blanco lo intimida. ¿Por dónde comenzar? Es difícil escribir bajo presión y escaso de ideas. Somosa comienza una frase, pero se arrepiente y la tacha. Prueba con otra, todo un párrafo. No lo convence y vuelve eliminar las letras. La presión aumenta en su cabeza y las imágenes se vuelven hacia atrás en el fondo de su mente. Después de un cuarto intento, empieza a creer que nunca sería capaz de preservar la continuidad de la existencia. No había nacido para héroe y lo sabía. Si tan sólo el sonido del silencio dejara de latir en su cabeza…

De súbito, algo en su ser se enciende: cerebro y manos actúan como uno solo siguiendo una extraña melodía. Sus dedos danzan sobre el teclado, redactando líneas más por estética que por contenido. Disfruta de la tarea, y las palabras van brotando directamente, plasmándose sobre el papel sin detenerse en la estación crítica del sentido adyacente. La historia cierra redonda, pura y sin faltas. No es necesario releerla. Lo había hecho: había salvado al mundo.

Valentín regresa y apoya el vaso vacío que Somosa encontraría al día siguiente sobre un formulario. Al contemplar el rostro del escritor comprende que la labor ha sido realizada con éxito. Sin embargo, se preocupa cuando ve que la sonrisa de Somosa deviene una mueca de espanto:

-¿Qué pasa ahora? ¿No terminaste la historia?
-¡Qué idiota soy! No puedo firmar la obra: mi máquina no tiene “K”.

jueves, 5 de noviembre de 2009

16-El cielo se está cayendo



Todos rodean a Arrieta, sólo para descubrir que ya nada puede hacerse. Su cuerpo se encuentra totalmente magullado, como si hubiese sido atacado por una bestia. Somosa golpea la mesa con el puño soltando un grito de bronca, mientras Ángel Vergara va perdiendo la alegría de haber salvado el frasco dorado.

-¿Qué le pasó? –Pregunta Johnny John, absorto – ¡Qué le pasó! ¿Quién pudo hacerle esto?

El Jardinero del Kaos se agacha sobre el cuerpo y toma lo que llevaba apretado entre sus dedos, confirmando sus conjeturas:

-Una máscara… No hay dudas, es él.
-¿Quién? –Pregunta Diógenes Mastreta.
-El Feo de los Monoblocks. Maldición, es mi culpa, nunca debí haberlos imaginado.

Los cuatro navegantes miran al Jardinero con cierto remordimiento y sospechas. Éste comprende que ha llegado el momento de dar explicaciones:

-El Jardinero del Orden y el Feo de los Monoblocks, habitantes de una tierra que vibra en otra frecuencia que la nuestra, son seres que representan a nuestros opuestos, según la teoría de Fox y Sekowski.

Ante las miradas atónitas del grupo, el lord del caos decide continuar:

-Ellos son mi opuesto y el de Galán de Barrio. Por eso ustedes deben regresar ya, deben llevarse el recipiente dorado y…
-Aún no.

La nueva voz resuena desde su espalda, cansada pero a la vez poderosa. Una figura alta, vestida de negro y amarillo y envuelta en una capa se hace presente. Sus antenas no desmienten su apodo:

-El nombre es Hombre Vinchuca
-¿Un superhéroe? ¡No es de extrañar algo tan ridículo en este mundo de freaks!
-Ey, que este viene de su mundo, muchachos… -Se defiende el Jardinero ante el ataque de Mastreta. El encapotado comienza su discurso:

-Debemos volver de inmediato al Barrio, pero aún no deben beber del frasco. Antes hay que resolver un problema más urgente: la destrucción del universo.
-¿De qué estás hablando? –Increpa Johnny.
-Todo comenzó con el escritor distraído. Su papel en el mundo era no dejar de escribir. Sin embargo, las obligaciones de la vida lo fueron distrayendo poco a poco. Al principio no fue grave, nadie lo notó. Pero luego tuve un sueño y supe que tenía que venir hasta acá. La primera vez llegué en medio de un funeral, y descubrí que no era el único extranjero ahí: también estaba un tal Gauna, otro de los hombres del Barrio.

Somosa sabe quién es Gauna, si no se equivoca, lo había visto un par de veces en el Albatros: es el tipo al que suelen llamar “el hombre de los velorios”.

-La forma de llegar hasta aquí fue extraña –Continúa el Hombre Vinchuca- Es más, creo que fue mi culpa que las grietas se agrandaran.
-¿Grietas? –Dice Mastreta.
-Las grietas entre universos que comenzaron a abrirse cuando el escritor se distrajo. Creo que al pasar a través de ellas hice que se aumentaran. Igual, eso no fue lo peor. Sin querer les mostré el camino a los perores enemigos: el Jardinero del Orden y el Feo de los Monoblocks. A partir de ahí ellos metieron mano y la fusión de universos se hizo inevitable. Hoy hemos llegado al punto cúlmine: si no lo evitamos, el universo del Barrio dejará de existir para siempre.

Todavía sin entender demasiado, Somosa, Arrieta, Johnny John y Ángel Vergara intercambian miradas. Comprenden que algo no nada bien. El último pregunta:

-¿Y qué podemos hacer para evitar la catástrofe?
-Tenemos que lograr que el escritor vuelva a escribir. Por eso hay que volver ya al Barrio. Yo los guiaré por una grieta que lleva directo al Albatros.

Con un amargo ademán los navegantes se despiden del Jardinero del Kaos. Somosa insiste en llevar el cuerpo de Arrieta con ellos, para poder brindarle un digno entierro.

Al llegar al Barrio descubren que la situación comienza a tornarse apocalíptica: nubes negras, fuertes vientos y algún que otro rayo perdido se hacen ver surcando el cenit. Pequeñas rajaduras color gris comienzan a engrosarse por varias partes del horizonte.

En el Albatros la situación no puede ser peor: al entrar lo primero que ven es otro muerto, Eugenio Echagüe.

-¡Arrieta! ¡No!… ¿Él también? –Se sorprende Rocambole. Hasta Linares se da cuenta de lo extremo de la situación.

Valentín echa una mirada cómplice a Genaro Cúspide, pero el gesto que éste le devuelve sólo puede indicar una cosa: sus nirvanas fisiológicos no pueden revivir a los muertos.

El Hombre Vinchuca identifica a Gauna y luego a K:

-Vos debés ser el escritor distraído. Rápido, tenés que ponerte a escribir. ¡Ahora!
-Lo intenté, pero sólo salió esto –Responde K mostrando la carta –Por eso volví hasta acá, buscando mi notebook.

K le entrega la carta al Hombre Vinchuca y busca su herramienta de trabajo en el bolso que había dejado sobre una silla. Extrae la máquina, pero al abrirla se escucha una pequeña explosión.

-¡Mierda! –Exclama el escritor.
-¿Qué pasa? –Gritan Valentín y el Hombre Vinchuca al mismo tiempo.
-No voy a poder escribir. Mi notebook está rota. Y mis manos también.

K levanta los brazos lentamente, dejando ver un par de manos completamente ensangrentadas.

domingo, 1 de noviembre de 2009

15-Todos para uno


El Jardinero del Orden habla cual villano de opereta frente a un atento Santino Conde:

-¿Querés saber cuál es mi plan? Fácil: reordenar todo esto. Acomodar las cosas, poner algún que otro adorno, borrar lo que está demás… como todos estos miserables sujetos, por ejemplo. En fin: tomar el control de todo.
-Interesante. ¿Y de qué podría servirte yo?
-Mi estimado, no es un tarea fácil… voy a necesitar alguien que me dé una mano. ¿Y qué mejor si se trata de una persona que conoce las cosas desde adentro? Te preguntarás qué te llevarás a cambio, lo entiendo. Bueno, por empezar podrás tener todas las mujeres que desees.
-Ja, veo que se me nota el aire de casanova.
-Tan claro como el halo de la Luna en la noche que precede a la tormenta. Una vez que yo tome todo el control de este universo, te daré tu porción de la torta. Pero antes necesito tu ayuda: para poder hacerme con todo, antes tengo que encontrar a alguien.
-¿A quién, si puede saberse?
-Al dueño de todo, claro: a Galán de Barrio.

Cada uno desde su lugar escucha atentamente el diálogo. Por un segundo mantienen la esperanza de que Santino sólo lo esté haciendo hablar para ganar tiempo. Sin embargo, aún no están seguros de poder fiarse de aquel muchacho.

-¿Galán de Barrio? ¡Qué nombre tan ridículo! El único galán que conozco por aquí es un servidor.

A medida que habla, Conde se acerca lentamente al Jardinero.

-¿Cómo que no lo conocés? ¿Me estás cargando? ¡Si él es el creador de todo este universo!
-¿De qué universo me hablás? Esto es un bar, y su dueño se llama Valentín.

El Jardinero del Orden parece ir perdiendo la calma:

-Mirá, Santino, no me tomés por estúpido. Así como puedo incluirte en mis planes también puedo sacarte del juego cuando quiera. Voy a preguntártelo por última vez: ¿Dónde está Galán de Barrio?
-Jardinero, te vuelvo a responder: no sé de quién me estás hablando… -Conde sigue acortando la distancia, coqueteando con su bebida.
-¡Pedazo de idiota! ¿Te querés pasar de listo? Ah, un momento… un momento… ¿Será posible que no lo sepas? ¿Será que ninguno de ustedes conoce su origen? ¡Ja! ¡Esto es tan sorprendente! Incluso para mí…

Cuando está lo suficientemente cerca, Santino le dice al oído:

-Te equivocaste conmigo viejo, yo no soy el lado traicionero: soy la parte impredecible.

Dicho esto Santino vuelca su vaso de whisky sobre el pulido rostro del Jardinero del Orden. A pesar de la ceguera repentina, éste logra responder con un golpe en el estómago, empujándolo sobre la mesa de Rocambole. Santino lo mira a los ojos, dándole a entender que ha llegado su momento de actuar: Rocambole se pone al fin de pie y por primera vez en su vida actúa sin pensar, propinando un cross de derecha sobre la mejilla del duque blanco. No obstante, el Jardinero del Orden es más duro de lo que parece y logra responder el golpe con un certero puntapié en las partes nobles del fallido héroe. Mas la distracción no es en vano: Linares se levanta de un salto y estrella un vaso completamente vacío sobre la nuca del malviviente, que cae finalmente desmayado.

-A mí nadie me dice que vivo en un mundo de fantasía… -Concluye Linares acomodándose el sombrero.

Mariana se repone y ayuda a ponerse de pie a Eugenio Echagüe, cuya herida mal vendada comienza a manifestar sangre de modo preocupante. Julia entra en la cocina del bar en busca de un botiquín.

-Bien hecho compañero –Santino le da una palmada en el hombro a un Linares que vuelve a acomodarse en la mesa como si nada hubiera pasado. Luego se dirige a Rocambole- ¿Estás bien? Eso debió doler…
-Un poco… pero nada se comprara con la satisfacción de haberme dejado llevar por un impulso. Creo que hoy ha nacido un nuevo Rocambole.

Mariana se sienta en uno de los bancos que están contra la barra y examina la fractura de Echagüe. Julia deja a Victoria en su carrito y regresa trayendo vendas y alcohol. Pero los deja caer con un grito de advertencia ante lo que sus ojos le muestran: el Jardinero del Orden se ha movido y comienza a levantarse, apoyándose en una silla.

Esta vez es Mariana la primera en reaccionar, sin embargo Echagüe la sostiene de un brazo obligándola a detenerse. Eugenio Echagüe alza el cuchillo de la amazona que había quedado sobre el piso y se lo clava al Jardinero a un costado del muslo izquierdo.

El villano ahoga una exclamación, se quita el arma y con un mismo movimiento hunde el filo hasta el mango en el pecho de Echagüe, quien cae torpemente. Mariana deja escapar un fuerte suspiro mientras Julia avanza hecha una furia con un zapato en la mano y comienza a golpear con el taco el rostro del Jardinero del Orden hasta hacerlo sangrar. Con un manotazo el hombre de blanco logra sacársela de encima, pero justo cuando estaba a punto de pegarle Santino Conde toma su mano derecha desde atrás. Rocambole se apura a hacer lo mismo con la izquierda y ambos miran a un ajeno Linares, esperando que una vez más reaccione.

Sin embargo, el Jardinero sabe cómo mantenerlo en su lugar:

-Linares, ¿no pensás ayudar a tus compañeros?

El personaje de historieta no puede con su genio y retruca:

-¿Y la raíz cuadrada de 225?

-¡15! –Exclama triunfante el lord del orden soltándose de sus captores: con un revés de siniestra cachetea el rostro de Rocambole al mismo tiempo que estira la pierna contraria y empuja a Santino contra la pared.

Mariana toma una botella del mejor vino, arrojándolo con fuerza sobre el rostro del truhán. La botella roza su oreja y termina haciéndose añicos contra el fondo del bar.

-Una verdadera lástima –Comienza a decir el Jardinero- Y ahora, si me permiten…

Pero no termina la frase: Santino Conde salta sobre él y ambos caen. Ruedan varias veces hasta alcanzar la puerta. Una vez que la traspasan, ya no los vuelven a ver.

La puerta se abre una vez más:

-¡Mi amor! ¿Qué está pasando acá? –Valentín Flores corre a abrazar a su mujer. Lo siguen K, Genaro Cúspide y Florencio Gauna.

-Este hombre está muerto. –Concluye Genaro al tomar el pulso de Eugenio Echagüe.