El Galán se acomoda la corbata y se asoma al balcón de la pequeña Casa de la Cultura de la Municipalidad. Desde allí puede contemplar pasivamente todo lo que ha logrado desde que fundó el Barrio, hace exactamente un año.
Todo había comenzado una tarde de otoño, mientras tomaba en un jarrito
Más leche que café bajo el lema de que le dolía
mayo. En ese momento no imaginó que el dolor se iba a extender un tiempo, hasta finalmente ser extirpado completamente, luego de dos sesiones más con su terapeuta de turno.
En ese mismo mes viajó en tren pensado “
Sólo soy una empanada triste”, fue testigo de un morbosamente simpático
Rigor Mortis mientras comía un pollo frío, y sintió toda la falta de sentido y la imposibilidad de elección de llegada al mundo y al
Devenir de la vida, para finalmente terminar jugado a los
Dados con Dios y con el Diablo.
Cuando llegó
junio las cosas se pusieron más oscuras. En primer lugar, citó al probo Dr.
Henry Töpf para manifestar su hostilidad hacia las
Lágrimas sublunares, para finalmente terminar descargándose con su gran amigo en el café de las
Charlas negras.
Llegó
julio y con él el frío extremo. Mientras manejaba por la mañana, volviendo de su entonces nocturno trabajo, deliró unos
Pensamientos empañados. Entonces, un buen día decidió romper con las tradiciones, salirse del curso findesemanesco y presentar un escrito a mitad de semana. Así fue como, de la mano de
Johnny John, surgió el primer
Texto de miércoles. La presión era demasiada, el ánimo subía y bajada y por momentos se quedaba varios eones ahí abajo. Llegó la hora de la segunda vista al analista, aquella que le permitiría tomarse un
Doble con crema. Harto ya de ciertas cosas inciertas, decidió dedicarse unas
Palabras universitarias para dejar de sentirse un
Yo Nadie.
En
agosto se pegó un viaje al interior de su ser, permitiéndose trasladarse mentalmente a través de las
Arenaidas y los
Pasares y pasajes. Sin embargo, la terrible sensación volvía a aparecer, y más de una vez se lo oyó decir “
Me aprieta el moño”. Así fue como tomó su vieja trompeta, esa que nunca aprendió a tocar, y sopló muy fuerte unas
Reflexiones sobre el concepto de garrapatea. Terminó tan cansado que exhaló lo que le pareció un
Estertor y volvió a cometer aquel premiado
Desliz emocional en seis oportunidades.
Pero las cosas comenzarían paulatinamente a cambiar a partir de
septiembre, el mes de su primavera. Ahí mismo, en el Barrio, que cada vez se iba poniendo más bonito, floreció la ficción a medias como quien dice “
Esto no es una pipa”, dando a conocer al mundo un personaje que permanecería hasta la actualidad y pisaría fuerte:
K, el escritor.
Por ese entonces ya contaba con un grupo de colegas fieles que solían dar vueltas por los empedrados o sentarse a leer en la plaza. A ellos, algunos de los cuales aún perduran y otros se perdieron en el mar de las distracciones, les dedicó una paseandísta
Ficción es: el
Jardinero del Kaos,
el Niño Bidimensional,
Giselita,
Lauri,
Suaznabar,
Maga y la
Duquesa de Katmandú, sumados a su amigo
Rulo, el de las charlas color café.
Luego de pintarrajear unas frases
Fuera de contexto y participar de una diserta filosófica epistolar con su compañero de la Academia por medio de una
Carta abierta al Niño, había llegado el momento de la tercera y última visita al doctor, deglutiendo en esa oportunidad un
Triple de jamón y queso. La cura esta vez fue definitiva, y finalmente cantó la gorda en esta
Opereta en tres actos. Lo extraño fue que por la mañana, al salir nuevamente de su trabajo, se topó con
La eterna sonrisa de Timy, justo unos días antes de dar
Una vuelta más al Sol y de llegar a un acuerdo consigo mismo después de una
Dialéctica monádica. Y cuando el mes parecía haber acabado,
K volvió a desempolvar el teclado y comenzó la historia que abarcaría todo el ciclo mensual siguiente desde
Cero.
Octubre fue simple y complicado a la vez: desde el
Uno hasta el
Treinta y Uno publicó todos los días siguiendo una historia que debía respetar las palabras que sus fieles lectores arriba nombrados, más algunos nuevos que se iban sumando gracias al concurso en el cual el Barrio estaba participando, le iban sugiriendo a capricho y piacere.
Acabada la aventura de
Valentín Flores y
Victorio Santana,
K puso punto final escribiendo el
Epílogo el primero de
noviembre, mismo mes en el cual se discutía acerca de la autenticidad de una
Pequeña etnografía secundaría que algunos lectores apócrifos le querían otorgar al magnánimo
Töpf. Maquillado, se rió al espejo mientras
K se preguntaba “
WHY SO SERIOUS?”, justo antes de dedicarse a la
Búsqueda del amor y a la
Apoética, mezcla fatal que lo dejó derramando gotas saladas entre
Reflexiones de un borracho en el Tío. Sin embargo, el Sol volvió a salir el día siguiente, cuando se relajó y por fin largó sus
Confesiones de domingo. Ese mismo relax le permitió ser
Simple y sincero, aunque una madrugada de insomnio la volcara al miedo en un breve relato que rezaba “
Léase de noche y en soledad”. Pasado el susto, se permitió dos instantes de chabacanería cotidiana del tipo de la
Literatura sanitaria y
El flato y las relaciones humanas, para finalmente delirar unas
Cavilaciones peliagudas en varios estilos.
Diciembre es un mes con bastante peso religioso, por lo que no le pareció mal volver a presentar
La Parábola de los Siete Maderos, mientras una señorita aligerada y un calvo prolijo dijeron
Carpe Diem y jugaron un rato con el
Péndulo del destino, luego de conocerse en el recién abierto bar
Albatros. Después de sacar a la luz
La gran mentira, se recibió de
Profesor de Enseñanza Media y Superior en Filosofía y para celebrar y sacarse tanto estrés de encima decidió hacerle una visita a
El Masajista. Cuando caminaba de regreso a su casa, se cruzó con un nuevo personaje en el Barrio, que también haría historia:
Rocambole presentó una seguidilla de dos de sus aventuras, opinando
Sobre el azar y otras menudencias y
Sobre gustos. Claro que en esa fecha era imposible olvidarse de las fiestas, y pese a que algunos afirmen que
Papá Noel no existe, el gordo
Samuel David Noelman vivió una serie de peripecias junto a sus amigos y no tanto (
Melchor,
Gaspar,
Baltasar,
Abraham Perestein y
Alberto, más conocidos como el
Ratón Pérez y el
Conejo de Pascua, respectivamente) a lo largo de siete días.
Luego de un comienzo de año accidentado, sobre el final de la historia noelesca lo mejor fue rezar un
Padre nuestro. Ahora sí, en pleno
enero, estaba listo para sacar a relucir viejas teorías como aquellas presentadas por
Los Lunaquesistas o las clásicas y cinéfilas
Reflexiones sobre el tiempo, a las cuales les sumó un
Anexo para actualizarlas un poco. Fue justo ahí cuando nació otro de los grande personajes que llegarían para quedarse:
Somosa esperaba una llamada en su oficina al ritmo de su
Vida Gris, en terrible desconexión con su amigo
Rocambole, que mientras buscaba su nombre en la agenda debatía
Sobre el hombre en el día y sus partes (las del día). Pero las esfera de estrellas fijas seguía girando, hasta que llegó la 99, donde todos estos queridos personajes se cruzaron sin saberlo en los
Sucesos ocurridos en el bar Albatros, otorgando una forma casi definitiva al perfil del Barrio. Y, matemática obliga, la siguiente calle en asfaltarse fue la número 100, dando lugar a una comedida situación semificcional:
Detrás de la flor: entrevista al Galán de Barrio.
En
febrero se pasó revista rápidamente a la
Investigación científica: ¿De dónde surge la amistad?, sólo para presenciar el amanecer la terrible entretenicencia titulada
El Juego del Capitán®, de la mano de
Diógenes Mastreta y los rudos hombres de mar, que abarcaría once partes, pisando también el mes de
marzo. Por ese entonces el Barrio ya se había llenado de preciosas almas que lo colmaban de flores sonrisas, destacándose aquellas dignas de una
Mención de Honor:
El Jardinero del Kaos,
María,
Valentín,
Una dama,
Agua,
Luzzy Duran,
Na,
Viviana,
Ana,
Passion,
Lascivia,
Gara,
Jor,
Soportándome,
Giselita,
Paola,
Pablo,
Atenea Kamet,
Patricia,
Extranjera y el flamante ganador del
Premio del Capitán:
el Oso (entre otras personalidades hermosas que sólo miraban sin tocar, como
Andreita,
Aliteral,
Ayra,
Cronopia,
Lolette Glamour,
Terapia de piso,
Maritoñi,
Alondra,
Cynthia,
Ónix, Libélula,
Lunita luminosa,
María del Sur,
ai,
Cloe,
Fricasoid,
Lia,
María Jesús Almendro.
Continuando con este mes de comienzos de clases en el hemisferio sur, nuevamente la presencia de
K en el
Albatros ofreció su opinión diversa acerca de
Café Lluvia Poesía Palabras, justo antes de que
The Knight In The Night pasara arrastrando su espada. Por ese mismo rato, una nueva personalidad, de la que aún se espera más, contestó preguntas con más preguntas… y bueno, son
Cosas de Linares. También lo volvió a ver a
Rocambole, esta vez disertando
sobre Decisiones, fronteras y paradojas. Otra nube oscura ensombreció por un momento las callecitas, dejando un gusto triste tras la declaración “
Voy a vos”, aunque rápidamente se esfumó, para dejar relucir dos poemas, un nuevo y otro viejo: la
Oda del Rey, la Reina, el Juglar y los cien versos volando, y el
Poema Matemático.
Finalmente llegó
abril, el doceavo mes de este año agitado. Allí fue cuando contó una vez más con la presencia del perseverante
Somosa y su
Sueño Gris, y fue al velorio de
Florencio Gauna donde declaró que
No somos nada. Este mismo mes citó una vez más a
Töpf y su
Simposio del Apocalipsis, y cruzó palabras entre
K y
Somosa en el
Albatros acerca de la sinceridad literaria en unas
Letras de Sábado. Por último, sufrió
El Síndrome del Escorpión junto con
Alfredo Arrieta y
Raúl Morales en seis ocasiones.
Un año había pasado desde aquella primer entrada al Barrio. Fueron 130 en total, y qué mejor que empezar el nuevo ciclo con un número capicúa: la 131.
Un año de experiencias hermosas que vivió junto a las encantadoras personas que día a día se siguen sumando y alquilando una piecita en este pequeño pero pintoresco Barrio, gente que regala alegría y buenos augurios, entre los cuales se encuentran como las adquisiciones más nuevitas:
Sil,
Uma Foam,
Yo no soy Cindy Crawford,
Yoyo,
Paula Daiana,
Carla,
Ana,
Rosa Bonilla y muchos más.
El Galán de Barrio vuelve a entrar en la Casa de la Cultura y se afloja la corbata. Se saca los zapatos mientras toma un fernet: ya había hecho fama, ahora le toca echarse a descansar.