miércoles, 27 de mayo de 2009

Las muchas muertes de Genaro Cúspide


Genaro Cúspide murió por primera vez cuando tenía tan sólo cinco años. Fue lo que se dice una muerte súbita, sin dolor. Al menos sin dolor físico: su alma de niño se partió al ver como su padre le pegaba a su madre. El pequeño se acostó en su cama y lloró en silencio hasta morir.

Su segunda muerte fue de adolescente: su primera novia, el amor de su vida, lo dejó sin motivo ni razón. Su corazón padeció un triple infarto por causa del sufrimiento y el odio que no dejaban circular la sangre.

Una noche de borrachera con amigos, pasadas las veinte primaveras, decidió conducir algo más raudo de lo debido. La velocidad se juntó con la adrenalina y las carcajadas en masa, justo antes de salir volando por el parabrisas luego de estrellarse contra un camión. Esa fue la tercera.

Luego, su vida entró en una etapa gris: de fracaso en fracaso, los estudios no brillaban y los empleos le daban la espalda. En ese entonces no estaba seguro de cuándo era y cuándo no: sentía que moría un poquito cada día.

De pronto su suerte comenzó a cambiar: terminó su carrera, consiguió un trabajo favorable y junto con él, conoció el verdadero amor. A partir de allí se sucedieron unas muertes rápidas y emocionantes: se incineró en su cumpleaños con el fuego de tanta visita, se ahogó de amor al darle el primer beso a su princesa, y finalmente murió aplastado de nervios en el altar al verla de blanco.

Pero quizás la muerte más linda fue cuando nació su primer hijo: la emoción fue tal que de las sonrisas pasó a las lágrimas, sus pies se desprendieron del suelo y flotó tan alto que perdió la cabeza.

Muchos años después, cuando su madre partió a mejor vida, Genaro se acercó demasiado al precipicio y cayó al vacío intentando seguirla.

Sin embargo, cuando fue su hijo quien comenzó a experimentar sus propias muertes, él supo que debía estar cerca suyo para guiarlo en esto de la ida y vuelta al otro mundo, cosa nada fácil de realizar.

Finalmente, Genaro Cúspide murió de viejo. Sólo una persona conocía su secreto, ya que había estado presente en todos sus velorios.

viernes, 22 de mayo de 2009

El Encanto del Tío


Muy cerca del Barrio existe un bar: pequeño, pintoresco de día, con cierto estilo irlandés, que bien podría pasar desapercibido entre un café y una pizzería. Pero de noche, ese lugar se transforma. Cuando cae el gran astro y la luna caprichosa dice sí, nuestro querido bodegón se convierte en un antro de alcohol, música, videos bizarros y diversión pagana.

Si bien se discute su verdadero nombre, yendo de los más cortos y familiares a los más extensos y estrambóticos (ya que no se encuentra escrito en ningún tipo de marquesina), todos parecen estar de acuerdo y reconocer de qué están hablando cuando lo llaman simplemente “El Tío”.

Dueño de una dureza rockera visceral, mezclada con algo de pop ochentoso y glamour grasa, El Tío posee un secreto que lo hace especial. Un misterio que ya no es tal para quienes habituamos sus pistas. Una leyenda que, como un cruel lobisón, se hace carne cada viernes y cada sábado por la noche.

Sin más preámbulos, os diré que el Encanto del Tío es el siguiente: cualquier damisela de poca monta se convierte en la Reina de Java al ingresar al lugar. Sí, el bar vecino, aquel en el que sirven un fernet bien preparado y a precio más que accesible si te bancás el vasito de plástico, rodea a las féminas intrépidas con una áurea de belleza exótica digna del mundo supralunar.

Como si de un juego de rol se tratara, apenas pone un pie es sus madéreos pisos la dama en cuestión suma +10 en carisma en una magnífica tirada. Así, acompañando su balsámica figura con un baile sexy y peculiar, la mocita deviene “Loquita del Tío”, atrapando en sus medias de red a cuanto varón ose mirarla por más de cinco segundos.

¡Pero cuidado, mis valientes sementales! El Encanto del Tío es muy poderoso y aumenta a cada paso de las manecillas del reloj, siendo las 5:30 de la mañana su hora feliz del vale tudo fight: si no habéis conseguido presa para ese momento, cualquier curvilínea o camioneta se convierte en carnada fresca para el salvaje tiburón.

Sin embargo, aquí viene la verdadera advertencia: el poder del hechizo es directamente proporcional a la rotación de la Tierra y al golpe emocional que produce la salida del Sol: apenas uno da un paso afuera de la fonda de la mano de su premio, la magia se desvanece y el macho cabrío se queda completamente absorto al ver que su princesa de cuentos se ha convertido en una estatua de sal. Las pelucas caen, los dientes se aflojan y las humanas imperfecciones cantan presente, arguyendo en contra de la ficción y a favor de la realidad.

De todas maneras, vale la pena vivir la experiencia.

viernes, 15 de mayo de 2009

Cuando matas a alguien


El tipo era médico, hacia la guardia de la noche. Yo lo esperaba en el auto, en la esquina del hospital. Hacía mucho frío.

Mientras me quitaba los guantes para preparar otro café tuve un súbito pensamiento: cuando uno asesina a una persona cree que está cometiendo un acto singular. Sin embargo no tiene en cuenta las múltiples consecuencias de ese hecho.

Siempre estuve convencido de que no todos somos iguales. Eso de la igualdad entre los hombres es una de las mentiras más grandes de la humanidad. El asesinato se me presentaba ahora como una prueba irrefutable de mi teoría.

Me explayo: si uno mata a un carnicero, por ejemplo, está bien, lo llorará toda su familia y amigos y más de uno perderá la calma cuando se de cuenta al mediodía siguiente de que no tiene las milanesas para el almuerzo. Aún así, sus clientes no tardarán en encontrar otro lugar donde comprar, si no es que la familia del difunto continúa con el negocio.

Mas, si el muerto es un individuo de mayor utilidad para la sociedad, más eficaz en su labor personal, individual, más difícil de reemplazar… en fin, si uno asesina a una de estas personas, no sólo causa dolor a sus allegados íntimos, sino también a miles de dependientes casuales, casi en proporción directa la cantidad de lo afectados con la importancia de del sujeto en cuestión.

Si uno asesina a un abogado, por ejemplo, o a un médico, ¿tiene en cuenta la cantidad de gente que vivía de ellos? ¿La piara de clientes ocasionales cuya buena vida estaba en manos de aquel funcionario de la ley? ¿El cardumen de almas cuya salud y permanencia en sus respectivos tórax dependían de las habilidades de su doctor, de sus conocimientos y de sus capacidades quirúrgicas?

En esos casos, uno no está matando sólo a una persona. Uno no está condenando sólo a una familia, sino a miles de hijos de mujer cuya seguridad y estabilidad se verían arrebatadas por una bala en una cabeza ajena.

Extraños y certeros pensamientos se me ocurrían a esas horas de la madrugada. Sin embargo, le disparé, ése era mi trabajo: a las seis en punto, cuando el profesional terminaba su turno, recibió un inesperado cañonazo a través de la nuca, dejando su vida en las mismas puertas donde tantas otras había salvado.

Seguramente con mi accionar habría enviado a varias existencias a la ruina. Pero la mía, por el momento, estaba a salvo.

martes, 12 de mayo de 2009

Fragmentos del Diario de Ángel Vergara


Lunes 2

Sé que puedo volar. No puedo demostrarlo, no puedo justificarlo, es simplemente un sentimiento. Pero es el más fuerte que tuve en toda mi vida. Yo, Ángel Vergara, puedo volar.


Jueves 5

Hoy tuve otra vez el mismo sueño: vuelo. Aunque esta vez (igual que las anteriores) fue más real, demasiado. Es como una Mamushka de sueños, pero cada uno que sucede al otro no es más pequeño, sino menos fantástico. Es más vívido, más sentido, más carnal. Puedo volar.


Martes 10

Hoy estuve todo el día concentrando la energía de mi cuerpo, canalizándola para lograr mi objetivo. Sé que puedo, pero aún no he encontrado el momento. Deberé seguir intentando.


Sábado 21

Hace diez días que continúo insistiendo. Jamás me daré por vencido. Me siento en el piso, cruzo las piernas, cada pie arriba de su contraria, cierro los ojos y me concentro. Por ahora nada.


Martes 24

Otra vez el mismo sueño. Obviamente, en esta ocasión estaba seguro (igual que en las anteriores) de que no estaba soñando. ¡Es tan real! No es el típico vuelo por los cielos, con los brazos estirados al estilo Superman. No, nada de eso: no hay nubes, edificios ni pájaros a mi alrededor. Es simplemente como un salto, un salto con esfuerzo. Puedo sentir el esfuerzo de volar, cansa tanto como caminar. Pero salto y me mantengo en el aire, o simplemente subo, en línea recta hacia arriba, pero no demasiado. Lo suficiente como para alcanzar lo que quiero o sortear algún obstáculo.


Jueves 2

¿Es mi imaginación o esta mañana mientras meditaba levité unos milímetros?


Domingo 5

Cada vez es más real: siento el aire correrse en dirección a la tierra por debajo de mis pies. Cada vez que lo sueño, recuerdo los sueños anteriores y estoy convencido de que ése es real. Debe ser una premonición.


Miércoles 15

¿Necesitaré impulso? ¿Un motivo? ¿Un alma en pena deslizándose en caída libre por el éter, que me motive a soltar mis poderes y volar a salvarla?


Viernes 24

No lo soporto más: debo hacer una prueba. Sé que puedo volar, pero fallo en cada intento. Debo ponerme en una situación desesperada, que obligue a mi cuerpo a reaccionar, que me obligue a soltar mis facultades ocultas, mis capacidades aún dormidas.


Jueves 30

Lo tengo: ya ubiqué el lugar perfecto. Ya imaginé la situación ideal. La prueba será la semana que viene.


Miércoles 6

Mañana será la prueba definitiva. Estoy tan nervioso que no puedo dormir. Al menos ya no tendré ese maldito sueño. Mañana probaré que puedo volar. No necesito espectadores, sólo quiero demostrármelo a mí mismo. No puedo permitirme pensar en fallar, ese es un lujo de los perdedores. Mañana voy a volar, lo sé. Mi vuelo será real o no será.


Diario del domingo 10 de mayo:

Ángel Vergara falleció la noche del jueves 7 del corriente. Su cuerpo fue hallado al día siguiente. Al parecer, resbaló de la cima de un acantilado y cayó 500 metros al vacío. No hubo testigos del hecho. La hipótesis de suicidio fue descartada por los familiares y amigos de la víctima. Sin embargo, algo llamaba la atención en la posición de su cuerpo: tenía los brazos estirados hacia adelante, como queriendo alcanzar algo. Según la declaración de uno de los aldeanos que halló el cadáver “Parecía como si de pronto se hubiese caído en pleno vuelo”.

Sus restos fueron velados a cajón cerrado el mismo viernes por la noche. Se rumorea que un señor extraño, con un periódico bajo el brazo, estaba presente tomando café y conversando con los allegados al difunto.

lunes, 4 de mayo de 2009

Primer Anal del Barrio







El Galán se acomoda la corbata y se asoma al balcón de la pequeña Casa de la Cultura de la Municipalidad. Desde allí puede contemplar pasivamente todo lo que ha logrado desde que fundó el Barrio, hace exactamente un año.

Todo había comenzado una tarde de otoño, mientras tomaba en un jarrito Más leche que café bajo el lema de que le dolía mayo. En ese momento no imaginó que el dolor se iba a extender un tiempo, hasta finalmente ser extirpado completamente, luego de dos sesiones más con su terapeuta de turno.

En ese mismo mes viajó en tren pensado “Sólo soy una empanada triste”, fue testigo de un morbosamente simpático Rigor Mortis mientras comía un pollo frío, y sintió toda la falta de sentido y la imposibilidad de elección de llegada al mundo y al Devenir de la vida, para finalmente terminar jugado a los Dados con Dios y con el Diablo.

Cuando llegó junio las cosas se pusieron más oscuras. En primer lugar, citó al probo Dr. Henry Töpf para manifestar su hostilidad hacia las Lágrimas sublunares, para finalmente terminar descargándose con su gran amigo en el café de las Charlas negras.

Llegó julio y con él el frío extremo. Mientras manejaba por la mañana, volviendo de su entonces nocturno trabajo, deliró unos Pensamientos empañados. Entonces, un buen día decidió romper con las tradiciones, salirse del curso findesemanesco y presentar un escrito a mitad de semana. Así fue como, de la mano de Johnny John, surgió el primer Texto de miércoles. La presión era demasiada, el ánimo subía y bajada y por momentos se quedaba varios eones ahí abajo. Llegó la hora de la segunda vista al analista, aquella que le permitiría tomarse un Doble con crema. Harto ya de ciertas cosas inciertas, decidió dedicarse unas Palabras universitarias para dejar de sentirse un Yo Nadie.

En agosto se pegó un viaje al interior de su ser, permitiéndose trasladarse mentalmente a través de las Arenaidas y los Pasares y pasajes. Sin embargo, la terrible sensación volvía a aparecer, y más de una vez se lo oyó decir “Me aprieta el moño”. Así fue como tomó su vieja trompeta, esa que nunca aprendió a tocar, y sopló muy fuerte unas Reflexiones sobre el concepto de garrapatea. Terminó tan cansado que exhaló lo que le pareció un Estertor y volvió a cometer aquel premiado Desliz emocional en seis oportunidades.

Pero las cosas comenzarían paulatinamente a cambiar a partir de septiembre, el mes de su primavera. Ahí mismo, en el Barrio, que cada vez se iba poniendo más bonito, floreció la ficción a medias como quien dice “Esto no es una pipa”, dando a conocer al mundo un personaje que permanecería hasta la actualidad y pisaría fuerte: K, el escritor.

Por ese entonces ya contaba con un grupo de colegas fieles que solían dar vueltas por los empedrados o sentarse a leer en la plaza. A ellos, algunos de los cuales aún perduran y otros se perdieron en el mar de las distracciones, les dedicó una paseandísta Ficción es: el Jardinero del Kaos, el Niño Bidimensional, Giselita, Lauri, Suaznabar, Maga y la Duquesa de Katmandú, sumados a su amigo Rulo, el de las charlas color café.

Luego de pintarrajear unas frases Fuera de contexto y participar de una diserta filosófica epistolar con su compañero de la Academia por medio de una Carta abierta al Niño, había llegado el momento de la tercera y última visita al doctor, deglutiendo en esa oportunidad un Triple de jamón y queso. La cura esta vez fue definitiva, y finalmente cantó la gorda en esta Opereta en tres actos. Lo extraño fue que por la mañana, al salir nuevamente de su trabajo, se topó con La eterna sonrisa de Timy, justo unos días antes de dar Una vuelta más al Sol y de llegar a un acuerdo consigo mismo después de una Dialéctica monádica. Y cuando el mes parecía haber acabado, K volvió a desempolvar el teclado y comenzó la historia que abarcaría todo el ciclo mensual siguiente desde Cero.

Octubre fue simple y complicado a la vez: desde el Uno hasta el Treinta y Uno publicó todos los días siguiendo una historia que debía respetar las palabras que sus fieles lectores arriba nombrados, más algunos nuevos que se iban sumando gracias al concurso en el cual el Barrio estaba participando, le iban sugiriendo a capricho y piacere.

Acabada la aventura de Valentín Flores y Victorio Santana, K puso punto final escribiendo el Epílogo el primero de noviembre, mismo mes en el cual se discutía acerca de la autenticidad de una Pequeña etnografía secundaría que algunos lectores apócrifos le querían otorgar al magnánimo Töpf. Maquillado, se rió al espejo mientras K se preguntaba “WHY SO SERIOUS?”, justo antes de dedicarse a la Búsqueda del amor y a la Apoética, mezcla fatal que lo dejó derramando gotas saladas entre Reflexiones de un borracho en el Tío. Sin embargo, el Sol volvió a salir el día siguiente, cuando se relajó y por fin largó sus Confesiones de domingo. Ese mismo relax le permitió ser Simple y sincero, aunque una madrugada de insomnio la volcara al miedo en un breve relato que rezaba “Léase de noche y en soledad”. Pasado el susto, se permitió dos instantes de chabacanería cotidiana del tipo de la Literatura sanitaria y El flato y las relaciones humanas, para finalmente delirar unas Cavilaciones peliagudas en varios estilos.

Diciembre es un mes con bastante peso religioso, por lo que no le pareció mal volver a presentar La Parábola de los Siete Maderos, mientras una señorita aligerada y un calvo prolijo dijeron Carpe Diem y jugaron un rato con el Péndulo del destino, luego de conocerse en el recién abierto bar Albatros. Después de sacar a la luz La gran mentira, se recibió de Profesor de Enseñanza Media y Superior en Filosofía y para celebrar y sacarse tanto estrés de encima decidió hacerle una visita a El Masajista. Cuando caminaba de regreso a su casa, se cruzó con un nuevo personaje en el Barrio, que también haría historia: Rocambole presentó una seguidilla de dos de sus aventuras, opinando Sobre el azar y otras menudencias y Sobre gustos. Claro que en esa fecha era imposible olvidarse de las fiestas, y pese a que algunos afirmen que Papá Noel no existe, el gordo Samuel David Noelman vivió una serie de peripecias junto a sus amigos y no tanto (Melchor, Gaspar, Baltasar, Abraham Perestein y Alberto, más conocidos como el Ratón Pérez y el Conejo de Pascua, respectivamente) a lo largo de siete días.

Luego de un comienzo de año accidentado, sobre el final de la historia noelesca lo mejor fue rezar un Padre nuestro. Ahora sí, en pleno enero, estaba listo para sacar a relucir viejas teorías como aquellas presentadas por Los Lunaquesistas o las clásicas y cinéfilas Reflexiones sobre el tiempo, a las cuales les sumó un Anexo para actualizarlas un poco. Fue justo ahí cuando nació otro de los grande personajes que llegarían para quedarse: Somosa esperaba una llamada en su oficina al ritmo de su Vida Gris, en terrible desconexión con su amigo Rocambole, que mientras buscaba su nombre en la agenda debatía Sobre el hombre en el día y sus partes (las del día). Pero las esfera de estrellas fijas seguía girando, hasta que llegó la 99, donde todos estos queridos personajes se cruzaron sin saberlo en los Sucesos ocurridos en el bar Albatros, otorgando una forma casi definitiva al perfil del Barrio. Y, matemática obliga, la siguiente calle en asfaltarse fue la número 100, dando lugar a una comedida situación semificcional: Detrás de la flor: entrevista al Galán de Barrio.

En febrero se pasó revista rápidamente a la Investigación científica: ¿De dónde surge la amistad?, sólo para presenciar el amanecer la terrible entretenicencia titulada El Juego del Capitán®, de la mano de Diógenes Mastreta y los rudos hombres de mar, que abarcaría once partes, pisando también el mes de marzo. Por ese entonces el Barrio ya se había llenado de preciosas almas que lo colmaban de flores sonrisas, destacándose aquellas dignas de una Mención de Honor: El Jardinero del Kaos, María, Valentín, Una dama, Agua, Luzzy Duran, Na, Viviana, Ana, Passion, Lascivia, Gara, Jor, Soportándome, Giselita, Paola, Pablo, Atenea Kamet, Patricia, Extranjera y el flamante ganador del Premio del Capitán: el Oso (entre otras personalidades hermosas que sólo miraban sin tocar, como Andreita, Aliteral, Ayra, Cronopia, Lolette Glamour, Terapia de piso, Maritoñi, Alondra, Cynthia, Ónix, Libélula, Lunita luminosa, María del Sur, ai, Cloe, Fricasoid, Lia, María Jesús Almendro.

Continuando con este mes de comienzos de clases en el hemisferio sur, nuevamente la presencia de K en el Albatros ofreció su opinión diversa acerca de Café Lluvia Poesía Palabras, justo antes de que The Knight In The Night pasara arrastrando su espada. Por ese mismo rato, una nueva personalidad, de la que aún se espera más, contestó preguntas con más preguntas… y bueno, son Cosas de Linares. También lo volvió a ver a Rocambole, esta vez disertando sobre Decisiones, fronteras y paradojas. Otra nube oscura ensombreció por un momento las callecitas, dejando un gusto triste tras la declaración “Voy a vos”, aunque rápidamente se esfumó, para dejar relucir dos poemas, un nuevo y otro viejo: la Oda del Rey, la Reina, el Juglar y los cien versos volando, y el Poema Matemático.

Finalmente llegó abril, el doceavo mes de este año agitado. Allí fue cuando contó una vez más con la presencia del perseverante Somosa y su Sueño Gris, y fue al velorio de Florencio Gauna donde declaró que No somos nada. Este mismo mes citó una vez más a Töpf y su Simposio del Apocalipsis, y cruzó palabras entre K y Somosa en el Albatros acerca de la sinceridad literaria en unas Letras de Sábado. Por último, sufrió El Síndrome del Escorpión junto con Alfredo Arrieta y Raúl Morales en seis ocasiones.

Un año había pasado desde aquella primer entrada al Barrio. Fueron 130 en total, y qué mejor que empezar el nuevo ciclo con un número capicúa: la 131.

Un año de experiencias hermosas que vivió junto a las encantadoras personas que día a día se siguen sumando y alquilando una piecita en este pequeño pero pintoresco Barrio, gente que regala alegría y buenos augurios, entre los cuales se encuentran como las adquisiciones más nuevitas: Sil, Uma Foam, Yo no soy Cindy Crawford, Yoyo, Paula Daiana, Carla, Ana, Rosa Bonilla y muchos más.

El Galán de Barrio vuelve a entrar en la Casa de la Cultura y se afloja la corbata. Se saca los zapatos mientras toma un fernet: ya había hecho fama, ahora le toca echarse a descansar.