martes, 28 de octubre de 2008

Veintiocho



Me disculpé con la señora y la despedí con un beso en la mejilla (mirándola bien, no le quedaba tan mal el vestido ajustado rojo). Victorio me llevó hacia la puerta del Casino casi de la mano. Una vez afuera, comenzó a caminar más despacio, mientras me decía en voz baja:

- Está en el Club de Pescadores.

- ¿Cómo sabés? ¿Te lo dijo tu amigo?

- Sí. Bah, no exactamente. Me equivoqué sobre él: no sabe nada de las piedras ni del juego. Sin embargo, dijo algo acerca de un objeto que está guardado en el Club desde hace varios años. Estoy seguro que tiene que ser la piedra.

- O sea que estamos siguiendo tan sólo una corazonada…

- Sí, pero nunca me fallaron. ¿O qué te creés que fue lo que me impulsó a proponerte ser mi compañero de aventuras?

- Buen punto. ¿Y cómo se supone que vamos a entrar?

- Me dio una llave.

-¡Impresionante! ¿Qué le prometiste a cambio?

- Que mañana ibas a llevar al cine a su esposa…

Mientras caminábamos vi la hora en la vidriera de un negocio. Siempre me sorprendió de las tiendas de la costa que estuvieran abiertas hasta tan tarde. Porque si uno quería comprar de noche unos anteojos de sol o un protector solar factor 20 para poder utilizarlos temprano a la mañana siguiente, bueno, podría llegar a entenderse… ¿Pero para qué iba a estar abierta una verdulería a las doce de la noche?

¡Las doce de la noche!

- ¡Esperá Victorio!

- ¿Qué pasa?

- Tengo que hacer algo, ya vengo…

- ¿Justo ahora?

- Sí, me tomará sólo unos minutos… Pero mejor vos andá, esperame en el Club, en un ratito te alcanzo.

- Bueno, pero no tardes demasiado.

Me dirigí hacia la rambla y luego bajé a la playa. Ahí estaba Julia, más hermosa que nunca. Se sorprendió al verme vestido de traje.

- ¡Ey, no hacía falta tanta pinta! Yo me vine así nomás.

-No seas tonta, ¡estás preciosa!

- Bueno, ¿y qué se supone que vamos a hacer, galán? ¿Me vas a invitar a tomar algo? ¿O sólo vamos a caminar por la playa?

- Ambas dos, pero podemos empezar con la caminata.

Paseamos un rato por la arena, de la mano. Luego nos besamos bajo la pálida luz de la luna. En el fondo, el gigantesco anuncio de Quilmes me recordaba que mi amigo me estaba esperando y no quería fallarle.

- Julia, ¿te acordás que a la tarde te dije que tenía algo que contarte? Algo acerca del viaje…

Su sonrisa se congeló por un instante. Dudó un poco antes de decir:

- No, no me acordaba. ¿Es importante? ¿Por qué mejor no lo dejamos para mañana?

- No, no puedo. Te lo quiero decir ahora. Además, hay alguien que me está esperado…

- ¿Qué? ¿Estás con alguien? Si era eso me lo hubieras dicho desde un principio y no nos veíamos más…

- No, pará, no pienses cualquiera. Acompañame, quiero que conozcas a alguien.

- ¿A quién?

- Es un amigo, no te preocupes. Vení, y de paso te cuento de qué se trata todo esto.

- Valentín, me estás asustando. ¿Pasa algo?

- ¿Confías en mí?

- Sí…

- Bueno, dale, vamos.

La llevé medio a la rastra la poca distancia que nos separaba del muelle. Ella insistía en que no le parecía una buena idea, pero como yo no pensaba desistir, finalmente me siguió, aunque no muy convencida. Caminaba tan entusiasmado que nunca noté que una figura nos seguía.

Subimos al muelle y comenzamos a caminar hacia el Club de Pescadores. Cuando nos topamos con la primera reja noté que estaba sin llave: Victorio ya debía estar allí dentro. Seguimos avanzando hasta llegar a la edificación, donde una puerta de acceso estaba entreabierta.

- Valentín, ¿estás seguro de lo que estás haciendo?

- Nunca estuve más seguro en mi vida.

Entramos. En el interior todo estaba oscuro y silencioso. Había una gran mesa y alrededor unas cuantas sillas. Contra las paredes, grandes vitrinas conteniendo trofeos de pesca y miles de fotografías. En un rincón, algunas cañas descansaban de manera caprichosa.

De pronto me pareció percibir un movimiento en el fondo del lugar. Una voz conocida preguntó:

- ¿Valentín, sos vos?

- Sí, soy yo viejo. ¿La encontraste?

- Sí, la tengo en mi mano –Dijo Victorio mientras se acercaba- ¿Por qué tardaste tanto?

Al ver a Julia se detuvo en seco. Sin embargo, dijo con calma:

- Ah, estás con ella, ya veo.

Me sorprendió la forma natural en que lo tomó. Dije:

- Sí, de esto te quería hablar, Victorio…

- Julia, ¿qué hacés acá? –Preguntó mi compañero.

No pude evitar el gesto de sorpresa:

- ¿Cómo, ustedes se conocen?

- Bueno, yo…

Había comenzado a decir ella, cuando un fuerte golpe la interrumpió: era la puerta de entrada. Una figura vestida de gris irrumpió en la habitación:

- ¿Qué pasó? ¿Festejan el Pesaj y no me invitaron?

¿Qué era algún tipo de dicho de Albatros eso? El hombre-de-gris abrió su piloto y sacó una pistola.

- Así te quería agarrar, chiquita. ¿Con que pensando en traicionarme, eh? ¿Querías quedarte todo el dinero para vos sola, no?

- Yo… ¡Yo te seguí llamando, pero nunca me atendiste! Por eso pensé que vos me habías dejado afuera de todo esto.

- ¡Te hubiera atendido si el tonto de tu noviecito no hubiera arrojado al lago el celular que le di!

- ¿Qué pasa acá? –Pregunté aturdido- ¿Todos se conocen? ¿Alguien quiere explicarme algo?

- Y vos, Valentín, ¡sos un estúpido! –Siguió diciendo- Te ofrecí un trato y lo rechazaste. Te di una pista ¡Y no la investigaste!

- ¡Sabat! Sí, Sabat, ¿pero qué iba a saber yo que el apellido de Julia me llevaría a algún lado?

- No hablaba de Julia cuando te dije ese apellido, sino de su padre –Dijo, y apuntó con el arma a Victorio, quien sacó lentamente las manos de sus bolsillos.

- ¿Qué? ¿Su padre? ¿Victorio?

- Sí, Victorio Sabat, ¿cómo te dijo que se llamaba? ¡Suficiente con que te haya dado su nombre de pila! Victorio Sabat es el farsante más grande de la historia, es un traidor. ¿Qué te contó de su vida? ¿Qué sabés de él, Valentín?

En ese momento me di cuenta que no sabía nada de su vida antes de conocernos. También recordé que Funes había dicho algo de su hija la noche que escapamos de Tucumán, pero yo nunca le había preguntado.

- ¿Te cuento la verdadera historia, Valentín? ¿Te cuento cómo fue expulsado de la organización, cómo abandonó a su única hija sin pasarle jamás un centavo? ¿Te cuento cómo traicionó hasta a su mejor amigo?

Julia temblaba de pies a cabeza y parecía a punto de llorar. Victorio no decía nada, mientras su ex compañero le apuntaba y seguía hablando:

- No sé qué te habrá contado este tipo, Valentín, pero yo encontré la primera piedra. Hace años, la descubrí en un museo de Rosario y comencé a investigar. Luego de la muerte del Abuelo supe lo de la carta, y le conté todo a Victorio para que me ayudase a rescatarla. Sin embargo, como ves, él me traicionó, y lo mismo va a hacer con vos, yo te lo advertí. Me robó la piedra, hizo una acusación falsa contra mí, y me metió en un asunto del cual yo no tenía nada que ver. Pasé un tiempo detenido. Sin embargo, al no tener pruebas suficientes me largaron, y así fue cómo comencé a planear mi venganza.

- ¿Y Julia qué tiene que ver en todo esto? –Pregunté, no queriendo escuchar la respuesta. No podía imaginar que ella era tan sólo una cómplice más. Que todo lo que habíamos vivido esa tarde era sólo una mentira.

- Busqué su ayuda porque sabía que ella tenía tantos deseos de vengarse de su padre como yo. El plan era mantenerse cerca, seguirle los pasos, dejar que él hiciera todo el trabajo sucio, para luego arrebatarle todas las piedras, como él había hecho en un principio conmigo. Me pareció que vos eras un buen pibe Valentín, y que sólo eras una víctima más de sus engaños, por eso quise contarte la verdad. Pero no me diste la oportunidad. Ahora ya es demasiado tarde.

Por primera vez en mucho tiempo Victorio volvió a hablar.

- Clap, clap, clap. Muy bien Rodolfo, excelente plan. ¡Tu inteligencia me sorprende día a día! –Dijo en tono sarcástico- ¿Y qué pensás hacer ahora? ¿Robarnos las piedras y matarnos a todos?

- ¡No me provoques! ¡No sabés de lo que soy capaz!

- Y vos Valentín, ¿así que no lo habías visto nunca más, no? ¿Nunca habías hablado con él? Y ahora resulta que no sólo lo conocías sino que también te había dado ¿Un celular? Veo que te estás modernizando, Rodi. Todo bien Valentín, no te guardo rencor.

- ¡Basta Victorio! –Dijo Rodolfo, temblando. Se lo notaba bastante nervioso, y le temblaba levemente la mano que sostenía el arma.

- Tené cuidado con eso, que podés lastimar a alguien.

- ¡Basta te dije! ¡No me provoques!

- Por favor Rodolfo, ¿a quién querés engañar? Si vos no serías capaz de mat…

BANG



6 comentarios:

Jardinero del Kaos dijo...

BANG, BANG, BANG...

sustituyo los aplausos una sucesin de disparos, el tono escuro que tomó me sorprendió, verdaderamente eres multifacetico...

ya estamos ahi...

-que par de pajaros los dos.
-chivo
-calamar
-langostino
-sangre negruzca(usala solo si es necesario)


un abrazo envueltos en ropa de velcro.(sea lo que sea esto signifique)

María Jesús dijo...

Vaya! Tendría que leerme desde el primer capitulo, para enterarme de lo que esta sucediendo en esta historia. Bueno lo que he leído esta muy bien, pero me quedo pensando ¿Qué está ocurriendo aquí?

Un beso

Anónimo dijo...

bueno, bueno, me puse al dia leyendo 5 capitulos seguidos...
A ver...primero: tenia razon cuando pense que era julia la que llamaba al celu,segundo: quiero saber cual es la pelicula a la que haces referencia!!
ya estamos ahi, faltan solo 2 capitulos y se ve que el final va a ser dramatico, dejo las ultimas palabrotas:
justina
caleidoscopio
caparazon
colectividad
besos!!!

Anónimo dijo...

Buenas noches.
Paso a devolverte la visita. Me gustaría tener tiempo para leerte, pero a dudas penas tengo para actualizar mi blog (dos curros, mujer y dos hijas). Igualmente te deseo mucha suerte y te doy las gracias.

Salu2.

Duquesa de Katmandu dijo...

Uy, Rodolfo... Bueno, ante la cantidad de sangre derramada propongo, desmayada:

Grupo Cero Factor RH Positivo
Vendas y agua oxigenada
Sergio Denis (o es con dos N?)

Beso,

Paula Daiana dijo...

Pero mire la vuelta de tuerca de esta historia...

PD: Siempre es mejor dejar la caminata para después aunque en este caso se justifica que haya ido primero...

Recien llego de ensayar pero quiero cumplir con mi palabra.
Besooo