miércoles, 23 de septiembre de 2009

7-...Y la vida eterna...


El ruido del motor se repite como un mantra que con estoica constancia transporta y detiene. Un fresco escalofrío sube desde mis pies hasta mi cuello, erizando los cabellos de mi nuca. La sensación es inconmensurable, pero de querer establecer un parangón debería hacerlo con una mezcla de miedo, adrenalina, excitación y regresión a la infancia.

Valentín pierde conciencia del momento y del lugar. La pipeta de vidrio se diluye en sus manos, todo su cuerpo tiembla suave y tenaz, en un vals adormilado y febril.

Abre los ojos: ya no está acostado sino de pie, en un lugar que no conoce. Camina buscando algún indicio, pero sólo ve luces y sombras, nubes y vapor acaramelado. Mezcla de recuerdos, aromas de comidas y visiones borrosas que no alcanza a explicar, pero que de alguna manera sabe que ya las vivió, o que las vivirá.

De pronto un fuerte sabor dulzón en el aire le marca el camino hacia algo hartamente conocido, mientras una catarata de reminiscencia lo ataca sin piedad: sería capaz de reconocer el olor de un Metratón a veinte leguas de distancia.

Alrededor de una mesa cuatro sujetos juegan a las cartas. A tres de ellos no los conoce: Raúl Morales, Darío Solanas y Capitán. Al cuarto lo juna tanto que no puede evitar derramar dos saladas al verlo:

-¡Victorio!

Victorio Santana da un sorbo a su habano y esboza una amplia sonrisa. Con una seña avisa a sus compañeros que pronto retomará el juego y se acerca a saludar a un viejo amigo.

-Valentín, te estaba esperando.

El abrazo dura un tiempo inacabable, si eso existiera.

-¡Victorio! No entiendo, ¿dónde estamos? ¿Estás vivo? ¿Estoy muerto?
-¡Mi querido Valentín! Ya hablaremos sobre eso, ¡pero contame de tu vida, che! ¿Así que se pusieron un bar con Julia? ¿Lo llamaste Albatros, como la organización? ¡Jaja, sos un hijo de puta!
-Sí, qué se yo, me pareció original… ¿Pero cómo sabés eso? ¿Acaso desde acá se puede ver todo lo que pasa?
-Ja, no no, quedate tranquilo. Es que hay un hombre que pasa seguido por esta zona, Genaro se llama. Él va y vuelve, no sé, es extraño… La cosa es que nos hicimos amigos, me contó de un bar que frecuentaba, que era nuevo y lo atendía un chico joven. Como yo tengo algo de calle me parecía raro no conocerlo. Y cuando me dijo el nombre del lugar…
-Bueno, eso no es lo único nuevo que lleva un nombre viejo.
-¿No? ¿Qué más hiciste? ¿Un trago que se llama Funes? Jaja. Debería servirse en un vasito pequeño…
-Ja, no, no es eso. Tuvimos una hija, tenés una nieta. Se llama Victoria.

Los ojos de Victorio se humedecen por instante, no esperaba tal golpe bajo. Es la primera vez que Valentín lo ve realmente emocionado.

-¿Esa no la sabías, eh? Se ve que no te contó todo este Genaro… A propósito, fue él quien me mandó acá, me dijo que alguien quería hablar conmigo, y supongo que ese alguien sos vos…

Victorio se repone de golpe, adquiriendo su natural aire de simpatía y superioridad.

-Valentín, presiento que un gran acontecimiento está sucediendo en el barrio y hay algo que debés saber para poder sobrepasarlo.
-¿Me vas a enseñar a superar a la muerte? ¿De eso se trata?
-No, no… mi querido yerno: la muerte no existe.
-¿Cómo que no? ¿Qué querés decir?
-La muerte no existe, porque el tiempo no existe: sólo existe la simultaneidad.

Aunque ambos caminan mientras conversan, es como si estuvieran siempre en el mismo lugar. Al mejor estilo peripatético, Victorio continúa con su explicación:

-El tiempo, Valentín, tal como lo comprendemos y utilizamos, no existe. Todo lo que hay, lo que existe, es una sublime simultaneidad. Un instante eterno donde todo se da, por decirlo de alguna manera, al mismo tiempo. Claro que expresarlo así suena contradictorio, ya que si hay tiempo hay sucesión, una cosa tras de otra. Y la eternidad es lo contrario: todo junto, en simultáneo.

El rostro de Valentín denota su esfuerzo por tratar de comprender lo que su compañero de viajes le dice. Sigue Victorio:

-El tiempo, la sucesión, la seguidilla de hechos uno tras de otro, es sólo la manera que nuestra mente tiene de ordenar las cosas para poder captarlas e intentar comprenderlas: ordenamos en filitas los hechos para poder interpretarlos, porque no podemos hacerlo de otro modo. Y el lenguaje, nuestra herramienta para poder ordenar las sensaciones y el pensamiento, también necesita de este orden, tanto para reflexionar como para comunicarnos con los demás. Pero en realidad, en la esencia del ser, todo ya se dio. O, para ser más preciso, se da, en un presente eterno.

-Creo que entiendo lo que querés decir, pero me cuesta un poco interiorizarlo.
-Pensá en algún momento hermoso que quieras recordar.

La primera imagen que pasa por la mente de Valentín es cuando vio a Julia por primera vez, en aquella librería de Rosario. Se sonroja al dudar si Victorio podría ver sus pensamientos.

-¿Listo? Bueno, esa imagen que para vos es un recuerdo, en realidad sigue latente, siempre presente, acá, en la simultaneidad. Siempre podés volver a ellos, ¿de dónde creés que saqué este habano si no? Acá no se consiguen… Y lo mismo pasa con las cosas de lo que entendemos como “futuro”, en realidad ya todo está dado, sólo que nuestra limitada mente humana debe dividirlo en pasado, presente y futuro para poder comprender lo que sucede.

-Me parece que veo el punto, aunque todavía no sé cómo aplicarlo…
- Valentín, el tiempo no existe. Y ése es el secreto de la vida eterna. Sólo tenés que buscar y dejarte llevar.
-Pero, decime… ¿No era que no querías nada de filosofía en esta historia?
-Bueno, esa era otra historia…

Los tres hombres que esperan en la mesa parecen algo disgustados. El de saco azul de capitán le hace señas a Victorio con una mano sin manga para que vuelva al juego.

-Bueno, creo que mis nuevos amigos se están impacientando y van a matarme si no retomo la partida. A matarme, jaja, qué gracioso.
-Esperá, viejo, ¡no me dejes solo de nuevo! ¿Nos volveremos a ver?
-¡Claro, jovenzuelo! ¿No entendiste nada? ¡Siempre, siempre nos estamos viendo!

La silueta de Victorio se pierde en un fundido a negro. Valentín despierta con un sabor acre en la boca. Aún puede sentir el aroma del habano flotando en el aire.

15 comentarios:

ana dijo...

Estaba leyendo los apuntes del galán, y me encentro la vida eterna.

Como siempre felicitarte por esos personajes, que no se cómo lo haces pero enganchan, quizás porque están más cerca de lo mundano que de la fantasía.

Mi enhorabuena, y un besitoooo muy fuerte.

SIL dijo...

La vida eterna...

Por lo menos por ahora para Valentín, fue una muerte transitoria...
Vas dejando las miguitas, Galán, para que nadie se pierda en el camino...
;)
Besos casi rosarinos, DONJUAN.

Filosofando al vacío dijo...

Ingenioso modo de reflexión. Comparto la visión de eternidad que se lee. Puede tornarse muy angustiante contemplar lo efímero y saber que todo fluye... pero lo eterno, como algo fijo, también tiene lo suyo... se asemeja más a un punto y espacio muerto, preserva, conserva, pero muerto al fin.

Saludos
Alejandro.

PD: ¿Te llegó mi mail? Sería un honor que participaras, si es que te interesa, por supuesto.

Lisandro dijo...

Y me estoy enganchando cada vez más... la vida eterna, la inexistencia de la muerte.... con tus cuentos, Sí que se aprende.... un abrazo!

Viviana dijo...

Debés ser un docente extraordinario. Qué manera de narrar! A mí me costó muchísimo entender que el tiempo existe solamente en nuestra mente y en el lenguaje como un elemento organizador. Si me lo hubieses explicado vos hace unos años...
Todavía no me he comunicado con el Oso, pero yo estaría encantada con la reunión en Villa. Hay que preguntarle al anfitrión si nos quiere en su cueva. Después, cuenten conmigo.
Un beso

Anónimo dijo...

Pérdoname por no pasar a seguido, como dije, se me olvida revisar todos los blogs :). Hey, me fascinó esta parte de tu gran historia y la forma que ve la vida el señor Victorio. Me recuerda mucho a las conversaciones que tengo con mi mamá durante la noche, en la mesa. Nos sentamos a filosofar y a ver las cosas en una perspectiva diferente, quizás por eso sentí familiaridad con tu texto y una sensación muy agradable en mí.

Eres una verdadera inspiración, espero que si llego a escribir mis cuentos cortos, sean así de buenos.

Un abrazo muy grande, y muchos besos, hayata!

Jardinero del Kaos dijo...

Amiguete no puedeo dejar de recordar al Dr. Manhatan...y eso es bueno.

Sabia que el vejete no iba a dejar de aparecer!!!
cuantos recuerdos de 31!!! se me pianta un lagrimon...
un abrazo

Cynthia dijo...

Lo planteaste y lo detallaste de una manera muy bella, hasta te reconozco que me emocioné y todo, me hiciste plantaer varias cosas y recordar que el pasado vuelve cada vez que querramos y el presente es un simple eco de lo que fue y lo que será siempre con los hilos conductores de nuestra eternidad.

Ayyyyyyy la verdad me moviste varias cosas, pero me gustó leerte y disfrutar de tu gran poder de relato y filosifía de vida o metafórica tan bien desarrolada.

muakkkkkkkkkkkk
(con café y todo, no lo puedo creer pude leerte tranquila, sin que me distraigan, sin duda bien temprano es el horario para visitarate.)

;)

Norma Ruiz dijo...

galán:
como tú fans de relatos y historias. me hago presente.
una vez más-
me parece a mi, es una apinión personal, que está vez, además de ser un relato. dejas un mensaje de reflexión. claro que es ficción, pero hay algo de realidad.la vida del alma es infinita. el tiempo, espacio y movimiento se inicia con su creación.
los personajes son maravillosos,
el énfasis que tienen (wawww)-
bueno por hoy suficiente, no inflo más tu ego. siempre de lleno de adjetivos.
cuidate yyyyyyyy te quiero amigo del alma-

Gara dijo...

Una buena reflexión,aunque en mi caso, despues de la muerte de mi hermana, todo me suena "consuelo" y no lo hay.

Como siempre tus historias, me quedan con ganas de más.

Besos

HUMO dijo...

Precioso!
Tambien creo que el tiempo es un invento del hombre que creó los relojes para medirlo pensando así que lo controla y no hay nada mas alejado que esa realidad para mi, porque el tiempo es atemporal.

beso!

=) HUMO

Giselita dijo...

Ah bueno!!!! Si es así yo también quiero una de esas nebus...
Brillante, como siempre...

Alma Mateos Taborda dijo...

Me gusta la calidad con la que escribes. Un relato maravilloso que se codea con realidades cotidianas. Eres talentoso, muy talentoso. Un abrazo.

ana. dijo...

Juancito...estoy algo callada, pero te recuerdo siempre. Seguis escribiendo "eternamente" precioso. Vuelvo en breve para leer los post que me faltan.
Un beso grande.

el oso dijo...

Galán (re)sentido: Retomo aquí mi lectura de tus textos. No será rápido ni sostenido, pero será.
No comentaré los últimos posts sino aquellos que aun no leí, total el tiempo es lo que sobra, dijo Huygens.
No quiero agarrar la historia por atrás, al menos esta vez.

Abrazo (re)encontrado