K alejó por un momento el café de sus apuntes y encendió el monitor. Relojeó la fecha: 30 de septiembre (un día especial por más de un motivo).
Mañana sería un mes nuevo, pensó. Y en una tarde llena, al parecer, de buenas ideas, se le ocurrió una que tal vez sería su perdición.
K se decidió en ese instante a comenzar un relato. En ese instante inexistente se decidió, pero el relato en sí comenzaría al día siguiente (¿O en realidad ya había empezado?).
El desafío era tan simple como cruel: iniciar una historia, nueva, espontánea, pero con una continuación día a día. Del primer día al treinta y uno del décimo mes, K se comprometería a subir un texto, una parte, un nuevo capítulo improvisado de esa maquiavélica fantasía.
Improvisado, sí, nada estaría planeado. Como prueba de eso, y para aumentar el desafío, pensó en pedirle a sus lectores (si es que había alguno capaz de resistir tal metralleta de oraciones) que dejaran ciertas palabras claves en sus comentarios, términos que de algún modo u otro deberían aparecer en las partes siguientes.
K volvió a apagar la pantalla y retomó sus apuntes. Parecía una idea descabellada.
Mañana sería un mes nuevo, pensó. Y en una tarde llena, al parecer, de buenas ideas, se le ocurrió una que tal vez sería su perdición.
K se decidió en ese instante a comenzar un relato. En ese instante inexistente se decidió, pero el relato en sí comenzaría al día siguiente (¿O en realidad ya había empezado?).
El desafío era tan simple como cruel: iniciar una historia, nueva, espontánea, pero con una continuación día a día. Del primer día al treinta y uno del décimo mes, K se comprometería a subir un texto, una parte, un nuevo capítulo improvisado de esa maquiavélica fantasía.
Improvisado, sí, nada estaría planeado. Como prueba de eso, y para aumentar el desafío, pensó en pedirle a sus lectores (si es que había alguno capaz de resistir tal metralleta de oraciones) que dejaran ciertas palabras claves en sus comentarios, términos que de algún modo u otro deberían aparecer en las partes siguientes.
K volvió a apagar la pantalla y retomó sus apuntes. Parecía una idea descabellada.