sábado, 10 de enero de 2009

Vida Gris



Somosa mira el reloj y espera. Hace más de media hora que está sentado al lado del teléfono. Espera una llamada que puede cambiar su vida.

La silla es vieja, de madera, demasiado recta. No se siente cómodo. Se encuentra en una oficina antigua, con un escritorio de metal, gris plomo, tapizado por un paño verde oscuro, algo roto.

Somosa mira el reloj y espera. Hace 52 minutos que está sentado al lado del teléfono.

Sobre el escritorio hay un vaso vacío. Una máquina de escribir, sin hojas. A su lado, una pila de papeles amarillentos escritos a máquina. En la primera línea de la primera hoja se puede leer su nombre y su apellido. En la última línea de la última hoja dice “fin”.

Somosa mira el reloj y espera. Ya pasó una hora y doce minutos.

El vaso vacío tenía agua. No hay más. Somosa tiene sed, pero la cocina está a dos habitaciones de distancia. ¿Se escucharía el teléfono desde allí?

Somosa tiene sed. Mira el reloj y espera.

El teléfono es gris, y los números se ubican alrededor de un disco. Si quisiera marcar, tendría que meter los dedos en él. El cable es color manteca, enrulado. ¿Y si sonara justo cuando él no está?

Somosa espera. Ya pasaron 108 minutos.

La sed comienza a hacerle picar la garganta. La oficina se encuentra herméticamente cerrada. Sólo tiene un gran ventanal de vidrio, que junto con la luz deja pasar al otro hijo del sol. Afuera hace 38º. Adentro tal vez más. El ventilador gira demasiado lento, y sólo revuelve el aire caliente.

Somosa mira el reloj y espera. Dos horas y cuarenta minutos lleva allí sentado. Las gotas de sudor caen por su frente y mojan el cuello de su camisa.

Piensa en la cocina. Piensa en la heladera. Piensa en el agua fría que hay dentro de la botella. Mira el vaso vacío. Se limpia el sudor de la frente. Mira el teléfono silente.

Tres horas y quince minutos. Se arremanga la camisa, se afloja la corbata, se saca los zapatos. Pero no se levanta. Mira el reloj y espera. ¿Y si justo sonara el teléfono?

Somosa mira el reloj. Ya lleva más de cuatro horas allí. Siente una tormenta de arena en su garganta. Mira el teléfono. Mira el vaso vacío. Mira las hojas amarillentas. El teléfono. El vaso vacío.

Somosa se levanta rápidamente y se dirige hacia la cocina. Atraviesa el largo pasillo del corredor, abre la pesada puerta. Abre la heladera. Abre la botella. Toma desesperado del pico, apagando el fuego de su garganta. De pronto cree escuchar un ring sonando a lo lejos. Deja la botella y camina rápidamente hacia la oficina.

El teléfono no suena. ¿Habría sonado? ¿Había cerrado la puerta de la heladera? ¿Por qué no había traído la botella consigo?

Somosa se sienta y espera. Mira el reloj, luego el teléfono. Espera una llamada que puede cambiar su vida.

26 comentarios:

Carmen Conde Sedemiuqse dijo...

¡¡Vaya!! desde luego, que cambiará su vida... a una vida sin vida...
bueno me gusto.
besos y amor
je

VALENTIN dijo...

mmmmm! el gris nunca me ha gustado, lo detesto, es esa mezcla disparatosa en donde se mezcla un poco de blanco con un poco de negro; así es el gris, sinónimo de "tibio" de indecisiones.
A veces, una llamada puede cambiar el futuro de nuestras vidas y más cuando la estamos esperando, a veces NO!
Pasando a leerte de nuevo y desearte feliz finde!!!!

Terapia de piso dijo...

¿Por qué esperar que algo cambie tu vida si tú mismos desde cualquier instante puedes comenzar a cambiarla?

José Roberto Coppola

/ dijo...

Perdón, pero voy atrasado con los agradecimientos por las visitas en mi post,gracias, sos muy amable.
Respecto a tu relato, es muy bueno, Somosa refleja ansiedad, inseguridad y un poco de desesperación. Muy bien contado.

Te mando un abrazo.

Unknown dijo...

Medio salame Mr. Somosa.

Siempre digo/pienso: si tengo que recibir el mensaje, lo voy a recibir como sea.

Aunque quizá en el su caso, hubiera ido a buscar el agua a la velocidad de Speedy González.
Depende, de cuán importante fuese el llamado.

Beso incosciente.

nadenise dijo...

Muy buena imagen!

dezaragoza dijo...

Excelente reflejo de un hombre gris con una vida gris. Excelente. Me ha gustado mucho. Un saludo.

Lia dijo...

Me ha encantado el post.

Ni el amor de nuestra vida llamará a la puerta, ni la mejor oferta de trabajo llegará del cielo, ni aquel proyecto q tenemos en mente lo podremos realizar por mucho q lo imaginemos, si pasamos la vida esperando a que alguien mueva ficha por nostros, si dudamos de todo en cada segundo, si tenemos miedo de cada paso dado...

Gris...los hombres grises pierden todos los trenes de su vida dudando cual cojer...hasta q la estación queda vacía, pero él, seguirá esperando, por si pasa otro y quizás ese, quizás ese...

Un enorme beso, un beso ahora, un beso rojo.

/ dijo...

Gracias por visitarme, me alegro que te haya gustado.

Te mando un abrazo.

Sandra Figueroa dijo...

No hay que esperar que algo cambie nuestra vida, cambiemosla nosotros mismo creando ese algo. Un beso, cuidate.

Lia dijo...

Cortado con escote o sin él? ;)

Muuuaaa!!

tsss (la de la foto tambien es servidora) tsss, jaja!!

Atenea Kamet dijo...

La impaciente paciencia de Somosa desparrama una incognita que deja al lector en suspenso durante todo el relato.
Galán, simplemente,me encantó este relato.
Te mando un beso

Anónimo dijo...

si, eso seguro
de hecho ya se la cambio
desde el momento en que la espera...a modificado su vida...



pd: Dato curioso, termine de leerlo algo nerviosa, tenia sed.
te firmo con una botella de agua al lado

Anónimo dijo...

pobre somosa!!! es muy feo esperar una llamada que no llega. lo acompaño en su dolor.
el galan como siempre impecable en sus relatos.

Jardinero del Kaos dijo...

Deje de plagiar mi vida...jajaja.
Si es triste, gris, pero la paciencia es una virtud de las que pocos se pueden jactar.
Bien por Somosa y su desierto con tempestades de arena en la garganta.

KAmehame--haaaaaa!!!

para envidia de las fans de Galán...hoy tuve la posibilidad de tocarlo. jajaja

Sandra Figueroa dijo...

Paso a saludar y dejar un beso, cuidate.

María Jesús dijo...

Que espera tan larga y pesada, pero porque no empieza hacer algo. Que escriba, que cante, o baile. Pero como se puede esperar tanto sin hacer nada, jope!. Me he quedado con las ganas de saber que habría ocurrido si le hubiesen llamado. Espero por tu bien que continúes con esta historia, porque si no, me voy a buscarte... :o( ¡Que pasa despuéeeeeeeeeeees! Quiero saberlo... Uy! Que nervios.

Besitos

Caracola Light dijo...

Que deseseperación transmite el texto. Muy bien conseguida la sensación de angustia.

Maritoñi dijo...

Qué angustia niño. Así estoy yo tras haber sido infiel.

Gara dijo...

He sentido angustia,he sentido sed, he mirado el telf,ufff,muy logrado tu escrito,besos

Romina dijo...

Hola Galán! te veo en algunos blogs y hoy pase a chusmearte un poquito jajajaa..te sigo kapo!!
Me encantó el relato y me siento bastante identificada, quizás no a ese extremo, pero soy ansiosa y calculo que con tal de no moverme del teléfono, me llevo la heladera a la ofi jajaaaa!
Besos Apasionadossssssss

Verònica dijo...

Ese telèfono estaba en casa de mis abuelos... me trajo unos cuantos recuerdos, un objeto que en si mismo tiene cariño.
Somosa hizo lo que necesitò... las cosas que nos pasan se deben a algo, creo que no està mal que se haya levantado.. la espera seguirà, pero su garganta ya esta libre de arena... espero que ahora no le atormente la duda aunque puede que si.. un beso, Vero.

Anónimo dijo...

No todos los animales son fieles y falderos,mas si cariñosos

yo si soy fiel y cariñosa
faldera...depende la definicion que le des

Agua dijo...

Cuanta ansiedad y desesperación evoca tu historia. Muchas veces morimos esperando algo sin saber que quizas nosotros mismos podamos cambiarlo...quizas debería armarse de valor y llamar él...

Besos!!!
PD. Gracias por pasar por mi blog!!! espero que te sigas pasando por allí!

Lola dijo...

Menos esperar y más actuar. Bien en una dirección o en la contraría.

Anónimo dijo...

Señor! Vine aquí por una recomendación. Vine aquí con la seguridad de esa recomendación. Vine aquí y este es el primer texto suyo que leo.

Es bastante increíble pero como "continuidad de los parques" sentí estar dentro del cuento.

Yo siguendo a Somosa y la vez esperando una comunicación. yo llegando al final del cuento sentado en la misma punta de la silla. Y mi teléfono sonando al mismo tiempo. Yo, el señor Somosa y el mismo final. Casualidades que se dicen o no.

Un saludo.