miércoles, 12 de noviembre de 2008

Búsqueda



Una puerta se cerró.

Entonces salí a la calle y le pregunté a un señor:

- Discúlpeme, ¿usted sabe dónde está el amor?

- Sí, claro –respondió- camine tres cuadras derecho y dos hacia la izquierda.

- Gracias buen hombre.

- ¿Cómo gracias? ¿No me va a dar nada a cambio?

- Eh… ¿Por la consulta?

- ¡Por supuesto! No estudié tantos años para nada.

Le di tres australes y seguí.

Cuando llegué al lugar indicado miré hacia todo lados, pero no encontré nada. Entonces me di cuenta de que mi pregunta había sido errónea: ¿Cómo iba a reconocer al amor si no sabía lo que era? Ahí mismo paré un taxi e increpé al chofer:

- Discúlpeme caballero, ¿usted sabe qué es el amor?

- Sí, lo sé.

- Bien, ¿y podría decirme?

- Depende…

- ¿De qué?

- ¡De hasta donde esté dispuesto usted a viajar!

- ¿Viajar? No, si yo no quiero ir a ninguna parte.

- ¡Ah, no! ¿Usted pretende conocer el amor sin viajar? ¡Usted está perdido!

- Bueno, si ese es el requisito…

El hombre destrabó la puerta trasera. Subí al viejo Volkswagen y partimos. Antes de comenzar a hablar ya había encendido el taxímetro.

- Cuando tenía 18 años conocí una moza muy guapa… ella me llevó a disfrutar los teatros más bellos, la noche, el glamour barato y el champagne nacional….

- Ah, ¿y ahí conoció el amor?

- Bueno, eso creí, pero huyó con un artista mediocre, y mis sentimientos se fueron con ella. Después de eso, a los 23, tuve otra novia: era muy preciosa. Todos en el pueblo se daban vuelta para mirarla…

- Ajá, ¿y?

- Nada, nada. Yo era muy celoso. Tanto que tuve que matarla.

El auto pasó tan cerca de un hombre que iba a caballo que lo hizo tambalear. El hombre levantó su brazo y gritó con furia. El taxista no se inmutó.

- ¿Pero y el amor? Usted me dijo que sabía lo que era.

- Sí, el amor, el amor… mi tercera novia era pura ternura: sabía coser, bordar y hasta abrir la puerta para ir a jugar. Era de San Nicolás…

- Entonces usted se enamoró.

- Sí, eso pensé. Hasta que conocí a la Domadora.

Pasó un semáforo en rojo. No le dije nada.

- ¿Domadora?

- De leones, sí. Por ese entonces yo trabajaba en el circo. Ella era muy fogosa y sensual, pero tampoco era lo que quería. Después vinieron la Panadera, la Maestra, la vieja Maribel, las hermanas Soraidas…

- ¿Hermanas?

- Eran siamesas.

- Comprendo.

De pronto observé que el taxímetro estaba llegando al límite de mi dinero. Se lo adviertí al conductor, quien frenó de golpe.

- Bueno, amigo, sino tiene más dinero, va a tener que bajar acá.

- ¡Pero aún no me dijo lo que es el amor!

- Lo siento, compañero, tendrá que seguir viajando para saberlo.

Bastón en mano y galera en cabeza, caminé incontables cuadras por el camino empedrado.

A lo lejos se veía un carruaje. Poco a poco se fue acercando, hasta detenerse muy cerca de mí.

Una puerta se abrió.


5 comentarios:

Fricasoid dijo...

¿ Y qué pasóooooooo?

l dijo...

Ay! Yo ese lo escuché de tu propia voz!

Y de repente, te volví a ver ahí sentadito, haciendo tu show :D

Anónimo dijo...

mmmmm... sera tan sencillo?? asi como pagar un viaje en taxi? y caminar un par de cuadras?
bueno, estoy un poco pesimista hoy, pero el relato es buenisimo!! yo tambien lo escuche de tu propia voz.
besos

Anónimo dijo...

me encanta.. que lindo estas en la foto juan...

Paula Daiana dijo...

Impecable Galán... Creo que no hay definiciones acerca de lo qué es el amor y solo en el viaje de nuestra propia vida podemos encontrarlo. Eso nos puede llevar días, semanas, años o podemos morir sin encontrarlo pero te aseguro que cuando uno lo encuentra lo siente en el alma.