viernes, 20 de mayo de 2011

El Fantasma y la Sombra


Al caer la tarde, el Fantasma vuelve de su paseo por el pueblo. Bajo un portal encuentra a su amigo la Sombra, en actitud meditabunda. Se sienta a su lado.

-¿Qué pasa, compañero? Te noto cabizbajo.

-Así es, soy sólo la sombra de lo que fui… y eso ya es alejarme en dos grados de la realidad.

-Creeme que te comprendo, suelo sentirme así cuando no me veo al espejo. Mas, ¿sabés cuál es la diferencia entre nosotros?

-¿Qué vos sos blanco y yo soy negro?

-No, además de eso. ¿Qué nos une?

-La desdicha…

-¿Somos seres intangibles?

-Intocables.

-¿Sin materia?

-Inteligibles.

-¿Nos importa?

-De sobremanera.

-¡Ja! ¿Ves? Esa es nuestra principal diferencia. Mirá este precioso sol, ¿es necesario un cuerpo para disfrutar de su calor?

-La enceguecedora luz del día me desvanece. Sólo existo si tengo un algo de quien ser su sombra. Por las noches me confundo con el todo, y ahí comienza mi angustia existencial.

El Fantasma suspira como quien habla con un sordo. Aún así continúa:

-Tenés que valerte por vos mismo, Sombra. No podés ponerte siempre en segundo plano.

-Sólo soy la sombra de otro…

-Sos un exagerado, ése es tu problema.

-¿Y vos qué, Fantasma? ¿No te molesta perder tu contacto con el mundo?

-Yo vivo en el mundo.

-Sí, pero todos huyen al verte. Otros niegan tu existencia. Y los peores, ni siquiera la registran. Ser es ser percibido, mi amigo. Si no te ven, no existís.

-Patrañas. Nada de eso me afecta. Yo soy yo y bien me valgo. Solo. Soy demasiado yo para compartirme.

-No seas hipócrita, Fantasma. Tu seguridad es sólo un mecanismo de defensa. Es una más de tus ficciones protoplásmicas.

-No es así. Yo vivo las cosas desde afuera, contemplo y analizo, no me inmiscuyo más que como mero observador objetivo.

-Tus ojos, justamente, son tu debilidad, tu contacto con la realidad. Señalan tu carencia.

-¿A qué te referís?

-Te vi cómo la mirabas…

La palidez baña aún más el rostro del Fantasma, si eso fuera posible. La Sombra aprovecha.

-Tus paseos, querido. ¿Ignorás que sé que elegís la hora adecuada? Te escondés para no asustarla, la observás con un deseo inoportuno para un ser de tu calaña.

-No es cierto. Además, soy un muerto, perdí mi aliento en una batalla.

-¿Eso te hace sentir invulnerable?

-Totalmente. Nadie mata a un difunto que camina errante.

-¿Apostarías tu vida eterna?

-Con los ojos cerrados.

-Aquí está mi espada. Clavátela.

-¡Es inútil! Nada puede dañar a quien ya ha sido asesinado.

-Hacé la prueba.

-Eso sería un sinsentido… ¡La demostración de un axioma, la cuadratura del círculo!

-Cobarde.

El Fantasma se pone de pie y toma el arma. La Sombra espera desde ella misma.

-¡Soy un Fantasma, nada puede hacerme daño!

Clava el frío metal donde debería estar su corazón. Una mancha carmesí se dibuja en su blanco pecho. Con un hilo de sangre brotando de su boca, exhala sus últimas palabras:

-Tenías razón, me involucré demasiado.

Detrás de escena, Eros muerde una manzana y sonríe maliciosamente.

jueves, 12 de mayo de 2011

Causa Sui


"La persona que llega es la persona correcta"

"Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido"

"En cualquier momento que comience es el momento correcto"

"Cuando algo termina, termina"

Sai Baba (Cuatro Leyes de la Espiritualidad)

No sé si fue el destino o el azar. Si postulo el primero, me decís que no existe. Siempre es preferible creer en el libre albedrío. Además, un mundo predeterminado sería aburrido. Mas, si te digo que todo fue fruto de la casualidad, también negás su ocurrencia. Nada es casual… nada está destinado. ¿Qué salida queda entonces? Una tercera vía: la voluntad. El deseo que atrae, la fuerza que llama, como un hado que se enciende por afán. Una providencia medida, que se esconde tras una serie de azares que no son más que la telaraña que subyace al conocernos.

¿Importan realmente las causas? Lo relevante es esa conexión existente desde el primer contacto. Del texto a la mirada, de los ojos a las manos, los labios. El anhelo inconsciente concretado y las ganas que roban sonrisas. Alegrías compartidas, simbiosis sana y un reloj que deshoja sus horas como pétalos sin tiempo.

Tal vez no exista el destino, quizás no haya casualidades, sino tan sólo deseos. Haces de luz que uno dispara de modo inconsciente pero de alguna manera vislumbrando el blanco. Entonces de pronto las paralelas se cruzan volviéndose perpendiculares, primer contacto de un punto de encuentro entre un ángulo que se irá abriendo hasta devenir una sola recta, un sólo camino, proyectado ahora sí de forma consciente.

A veces no hay razones para explicar el comienzo de las cosas. A veces sobran motivos para comprender su perduración en el tiempo y el deseo latente de que sea eterno.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Tercer Anal del Barrio


El Barrio completa su tercera vuelta al Sol. ¿Qué ocurrió exactamente después de los hechos recopilados en el Segundo Anal del Barrio? Un terrible sube y baja que vuelve a subir.

En primer lugar, el ausente Galán (nada se sabe aún de él luego de su apocalíptica batalla y consecuente desaparición) parece haber redactado desde algún confín olvidado cuáles eran sus Felicidades intensas, sólo para pasar luego a descargarse sobre ciertas Cuestiones arrítmicas y acabar pensando en qué pasará Cuando seamos ellos.

Entonces, un halo de oscuridad mezclado de esperanza hizo que el Barrio mezclara primero y casi cediera por completo después, las ficciones por las reflexiones. Así llegaron La lista negra (situaciones límites de la vida), Dos que son uno (meditaciones en el auto, o automeditaciones) y Armonía (un escueto deseo de paz y felicidad con sabor holístico).

Pero las historias lentamente renacían, surgiendo así la primera entrega de las Crónicas de Eutravia: Sobre su gobierno y administración, una pseudoentretenida Falacia socrática y un Día del Juicio anunciado en la Profecía autorrealizadora.

Un nuevo instante de cavilaciones acerca de las cosas que se pueden o no llegar a hacer en los pocos días que nos toca el aliento regresó en Quanto. Justo antes de ser testigos de un diálogo interno-exteriorizado entre citas canónicas sobre los Cristales rotos de la identidad personal y un leve excursus acerca de los Contrafácticos y subjuntivos, la ficción se permitió jugar una vez más a través del cambio del Punto de vista.

Entonces el presente 2011 llegó para terminar de definir la partida. Tras un recreo que inspiró una nueva entrega de las Crónicas de Eutravia: La bala y el coronel, un último asombro lúdico gracias a un cotidiano Juego de espejos, y un encargo que, nobleza y amistad obligan, produjo una serie de Declaraciones descartables, se arribó raudamente a la recta final.

Atrás quedaron las risas tras ingerir un sorpresivo Café amargo, que se convirtió tan sólo en la primera estación de un fatídico tren dirigido hacia la no-lógica del enamorado (para quien Uno más uno igual a tres), el desgarro suave y constante del ciego que no saber ver las Agonías preanunciadas, y el reconocimiento final de que los deseos de permanencia y eternidad son tan sólo vagas Ilusiones humanas.

¿Qué queda entonces de uno mismo cuando todo se pierde? La historia que uno mismo reconstruye. Y nada mejor que conocer a alguien para re-construirse a través de los Atrezzos que conforman nuestra identidad. Entonces es cuando se reconoce que nunca se vuelve, sino que siempre se está comenzando. Y un servidor debe reconocer que nunca ha comenzado algo tan bien como ahora.

¿Cómo seguirá? La historia no está escrita. El destino y el azar juegan contra su voluntad apostando sus deseos e inspirando nuevas letras.

El Galán, desde donde sea que esté, agradece a todos los fieles compañeros que pese a la pérdida de vigencia de los presentes medios virtuales continúan visitando su Barrio.

¡Salud!